Pues supongo que es hora de ir cerrando esto, porque ya son demasiadas entradas hablando de lo mismo y voy a parecer Hollywood que, como se han quedado sin ideas para hacer pelis nuevas, se dedica a hacer versiones modernizadas de las antiguas.
—¿Y no es verdad? ¿A quién pretendes engañar?
—Buenas tardes, Billy. ¿Qué tal estás?
—Sí, sí. Disimula. Como si no me hubieses leído. Pero sabes que es verdad.
—No voy a declarar contra mí mismo, señoría.
—El que calla otorga.
El caso es que una vez que ya conocéis a Bug, y una vez que conseguí llegar a su imagen, dec…
—¿Has pasado de mí? ¡Muy bonito!
—Esta tarde no me apetece discutir. Di lo que quieras.
—Ya, pero así no es divertido.
—Pues siento que no te divierta. Yo sólo quiero acabar la historia de forma divertida, aunque tú no ayudes.
—Vaaaaaale. Me comportaré…, pero no prometo nada.
—Ya. Como siempre.
—Pues claro.
…el caso es que, como iba diciendo, una vez que llegué a la imagen que quería, empecé a pedirle a ChatGi que me generara más imágenes de Billy, pero de distintas formas. Ya os digo una cosa: las IA interpretan las cosas como quieren. No os fieis nunca de ellas, por mucho que os hagan la pelota u os faciliten el trabajo. Sus algoritmos distan mucho de ser inteligentes. Eso sí, para divertirte un rato están muy bien.
Le pedí a ChatGi que me hiciese un primer dibujo de él, y luego que me lo dibujara en una parada de autobús, en medio de un camino que estuviese en un paisaje como de fantasía. Y estos son los dos dibujos que hizo:


—En realidad tu imaginación se parece un poco a esta imagen, aunque hay que reconocer que hay muchas más cosas. Algunas, mejor que ni siquiera salgan a la luz.
—En eso tienes razón. Pero, que sea nuestro secreto, ¿vale?
—No te preocupes. Soy una tumba.
—Gracias.
Luego tuvimos una charla sobre si el Billy de mi cabeza se acercaba más a un niño de seis años o a uno de doce porque, si he de ser sincero, tengo debilidad por los niños de seis años, pero me encanta la forma de discurrir de los de doce (y sí, en ambos casos tiene mucho que ver uno de mis sobrinos; y si lee esto, él sabrá perfectamente quién es).
Le pasé varias de nuestras conversaciones, algunas de mis entradas sobre él… y al final decidimos que lo más lógico eran los doce años (que es la edad que siempre le he asignado yo, aunque su imagen en mi cabeza era la de un niño de seis. Sí, lo sé, es complicado de entender, pero… ).
—Sí, lo de tu cabeza es digno de estudio. Eso es verdad.
—Bueno, Billy, es lo que hay. ¿Qué le vamos a hacer?
Sin embargo quise tener esa imagen del Billy de seis años. ¿Recuerdas lo que decía ayer de la imagen «cuqui«, que tanta vergüenza le daba a Billy? Pues esta es: Bill Buganvilla con seis años.

¿No me digas que no es adorable?¿No lo achucharías?
—¡¡Por favor!! Me estás haciendo pasar vergüenza, que lo sepas.
—¿Sabes qué? Acostúmbrate. Pero seré bueno. Por el momento no airearé más imágenes tuyas…
—Menos mal. Ahora sólo te queda escribir una historia para mí.
—Lo haré. Ya sabes que es una de las cosas que tengo pendientes.
—Ya, pero nunca estoy entre tus preferencias.
—Pero siempre has sido mi preferido.
—Ufff. Ya empezamos. Sí, mejor que lo dejes aquí, no vaya a subirnos el azúcar a todos; que yo me lo puedo permitir, pero tú ya estás en una edad…
—¡¡Billy!!
—Vale, vale. Me callo.
—Sólo voy a subir la última imagen que le he pedido a ChatGi que me genere sobre ti. Le pedí que la hiciese como si estuvieras en una sesión fotográfica, y luego le dije que me repitiese la misma, pero antes de esa sesión. O sea, una «seria» y la otra siendo tú mismo. Ya sabes: como esas fotos que nos hacen sin que lo esperemos, justo antes de que nos pongamos serios para que nos fotografíen.

—Mira, esta me hace un poco de gracia.
—¿A que sí? Es tan tú…
—Al menos se ha acabado esta pesadilla. ¿Ya te has quedado a gusto ?
—En realidad me quedan algunas imágenes en el tintero que quería compartir con…
—…las dos o tres personas que te leen.
—Sí, ya. Pues eso. Pero me las guardo para, en algún momento, hacer una especie de entrada-álbum de fotos con ellas.
—Para humillarme del todo, ¿no?
—Sabes que eres un poco tonto, ¿verdad?
—¿Cómo era la canción esa…? «Me has enseñado tú…»
—¿Ahora cantas? No sé si querría oírte hacerlo.
—¡Oye! Que tengo muy buen oído.
—Pero no sé si buen gusto.
—Estoy en tu cabeza, o sea que tú sabrás.
—Vale, mejor me callo porque tengo todas las de perder. Además, quiero acabar ya con esto. ¿Sabes que he tenido un poco de lado la otra web, la de los relatos, por escribir tu historia?
—Lástima que no sea una aventura para mí sino un autobombo tuyo, de esos que te das de vez en cuando.
—Sí. A veces eres un poco insoportable…, e impertinente.
—¿Quieres que te cante otra vez la canción?
—¡¡No, por favor!! Sólo quiero acabar esta entrada.
—Pues acábala. ¿Quién te lo impide?
—¿Tengo que responderte a eso?
—No, si ya sabemos la respuesta. Siempre es culp…
—¡¡Billy!!
—Vaaaaale, ya me callo.

