LA HIPOCONDRIA

La web de Juanma Suárez
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Etiqueta: Billy Buganvilla

Casting

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En busca de protagonista

Llevo casi veinte años conviviendo con un niño de 12 con el que, a veces, hablo o discuto, según la circunstancia. Lo conocí estando en el instituto, pero en aquella época nuestra relación era más fluída y constante. Él solía echarme en cara mi cobardía amorosa, mi dejadez literaria, mi pereza académica… Vamos, era mi Pepito Grillo particular. Yo le dejaba regañarme porque, en el fondo, sabía que tenía razón a pesar de su corta edad.

Hoy en día sigue estando conmigo, sigue teniendo sus insultantes 12 años y yo, sin embargo, sigo cumpliendo más cada vez que al calendario le da por dejar caer todas sus hojas.

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Ilustración de Christof Stanits. (Este no es Billy)

Bill Buganvilla, Billybug para los amigos, o sea para mí, la tía Lula, Sallie la salamandra y algunos más, es uno de esos personajes que creas en alguna época de tu vida y del que te quedas enganchado porque sabes que tarde o temprano escribirás una buena historia con él como protagonista. Pero mientras tanto, él pulula por tu cabeza. Te recuerda que está ahí. Conversa contigo o tú con él…

Y ahora surge otra historia en la que Billy no tiene papel. Sé que lo entiende, pero no deja de remorderme un poco la conciencia porque, teniéndole a él, en estos momentos ando inmerso en un proceso de casting para encontrar a otro niño que acompañe a Molly y sus padres en algo que aún no sé qué será.

Hay una voz allá en el mar
donde las olas rugen…

…y sigo con esa melodía en la cabeza.

¿Dónde rugen las olas? ¿En qué lugar remoto del mar? Tendré que averiguarlo.

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Billy Buganvilla

– ¿Qué tal estás, Billy?

– Teniendo en cuenta que hace años que no hablamos, muy bien.

– Lo sé. Te he tenido algo abandonado, pero esta tarde he vuelto a acordarme de ti.

– Esas cosas se tienen que demostrar.

– También lo sé, y tú sabes que soy un desastre para esas cosas.

– ¿Para qué cosas?

– Para estar pendiente de la gente; para que sepan que me preocupan aunque no lo aparente, aunque a veces desaparezca y no de señales de vida…

– Ya sabes que no sólo hay que ser bueno, sino parecerlo. Como decía alguien «si eres bueno y no lo pareces, eres tonto».

– Vale, lo acepto. Pero, ¿vas a echarme la bronca después de todo este tiempo?

– Precisamente por todo este tiempo. Pero bueno, ya lo hablaremos más tranquilamente. ¿Cómo te va a ti?

– Bueno, ya ves, cumpliendo años, cosa que, por cierto, tú no haces. Sigues teniendo 12 años, como la primera vez que hablamos.

– Algo que nunca entenderé, ¿porqué hablas con un niño de 12 años?

– Porque te tengo a mano siempre que lo necesito. Además, me gusta tu punto de vista.

– Recuerda que es el tuyo…

– Sí, pero visto desde fuera. El caso es que quería decirte que deberías ir preparándote para irte de aventura.

– Ya. ¿Cuántas veces me has dicho eso mismo? Hasta que no me vea dentro, no me lo creeré. Sólo hiciste una vez que jugase a indios y vaqueros en un tren… y, creo recordar, que hablase con la ropa algún momento. Pero poco más. En cuanto empieces a perder la memoria desapareceré de tu vida.

– Bueno, espero que eso no pase nunca. Pero si pasa, intentaré que otros te recuerden por mí.

A ver si es verdad, que un niño de 12 años necesita moverse un poco y no estar dando vueltas por tus paranoias cerebrales cada vez que te aburres. No me molan tus últimas comeduras de cabeza. Demasiado serias y, a la vez, intrascendentes. Tienes que arreglar eso.

– Lo haré, no te preocupes. Y ya lo sabes: vete preparando.

– Siempre estoy preparado, y lo sabes.

– Lo sé. En fin, Billy, como siempre, un gusto.

– Igualmente. A ver si te aplicas y me sacas de paseo.

– Prometido. Hasta otra.

– Adiós.

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Defectos, disculpas y Lula

Últimamente me veo exaltarme demasiado a menudo con cosas tontas. Creo que me estoy haciendo mayor. Hasta hace poco tenía las espaldas mucho más anchas para aguantar bromas. Ahora, a la mínima, parece que algo salta en mi interior y hace que me rebele y diga cosas sin pensarlo antes.

¿Consecuencias? Metidas de pata contínuas, malentendidos, «discusiones»… Y no me gusta nada. Intentaré reconducirme de nuevo, lo prometo. Eso sí, no aseguro nada, jejeje…

A partir de ya voy a tratar de arrojar luz, cambiando radicalmente de tema, a mi historia sobre la tía Lula y su isla. Quiero intentar hacer bocetos sobre los personajes. Recuerdo que cuando tenía pelo no se me daba mal del todo dibujar, aunque nunca lo he intentado teniendo como simple base lo que tengo en mi cabeza. Ahora voy a tratar de averiguar qué tal me funciona esa faceta que nunca he explotado.

Voy a rescatar a Bill Buganvilla, un niño regordete y simpático que me acompaña desde mi época del instituto y que ha sido mi Pepito Grillo durante algún tramo de mi vida; a la tía Lula, por supuesto, mi hada con pinta de abuelita; a Sallie, la salamandra; a Florinda Melodías y su emisora de radio en la isla Lula; al General de la plaza central de la isla, al pirata Coq… y a algún que otro personaje que ya irá surgiendo.

De momento el barco está listo para zarpar. Sólo hay que soltar amarras y esperar a ver dónde nos lleva el viento. Espero que el viaje sea, al menos, entretenido, y que haya amigos que vengan conmigo, por supuesto, en camarote de lujo.

Para acabar como empecé, decir que si durante estos últimos meses he podido decir algo que haya sentado mal, lastimado o cabreado a alguien, desde aquí, pido disculpas. Trataré de que no vuelva a suceder.

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