En el segundo día de mi viaje quise visitar algunas cosas, pero debido a mi manía de andar sin mapas ni preguntar, me perdí, por supuesto, y me dediqué a vagar por Lisboa tratando de no perderme más de la cuenta, ya que pensaba estar en la Plaza de Toros de Campo Pequenho temprano para ver si podía pillar a Mark Knopfler antes de entrar a probar sonido. Por supuesto, no lo conseguí.

Eso sí, hice dos cosas que quería hacer en Lisboa: afeitarme la cabeza y visitar la Plaza del Comercio: una plaza porticada por tres lados, y que por el cuarto da al río Tajo. Aquí están las pruebas..., desde el principio.

 
 

 

 

...y una vez cumplida la "misión", a perderse por Lisboa, después de haber estado un rato sentado cerca del Tajo, frente a la Plaza del Comercio, viendo a montones de guiris haciéndose fotos, y de que me ofrecieran en la misma plaza lo que parecía un típico producto lisboeta: hachís o caballo... Por supuesto, no llevaba dinero en ese momento para comprar regalos...., así que me puse a andar. En realidad no sé lo que quería ver, pero pude recordar en mis propios pies, cada vez más llenos de ampollas, que Lisboa es un mal sitio para hartarse de andar sin rumbo y con un calzado no adecuado: hay demasiadas cuestas... ¡y a veces parecen no acabar nunca!

 

   

  Pero después de volver al hotel, una ducha reparadora, una buena comida y un cambio de zapatos, me preparé para irme AL CONCIERTO. Y ahí estaba mi camiseta de conciertos grandes, con la que en Ámsterdam vi a Joe Satriani hace dos años. Mark Knopfler no podía ser menos...

Desde las 5 de la tarde hasta las 21'00 horas que entré en la Plaza de Toros para el concierto, estuve sentado delante de la puerta por la que debía acceder al recinto. No iba a perder la oportunidad de ponerme en primera fila para ver al maestro de cerca. ¡¡¡Y lo conseguí!!!

Sobre el concierto..., mi amigo Ángel Macías me ha dicho hoy que nunca seré objetivo con respecto a Mark Knopfler o Sheryl Crow, y tiene razón. No puedo ser objetivo. Yo disfruté como un enano del concierto, me emocioné, no canté (no podía, estaba ocupado haciendo fotos y disfrutando de los movimientos de Mark), pero puedo decir que se me hizo cortísimo: más de dos horas de concierto y las ampollas de mis pies apenas parecían existir. Está claro que repetiré. Aquí están algunas de las instantáneas que saqué...

           

En breve, el tercer día de mi viaje...

Hacía bastante tiempo que tenía previsto este viaje, pero no las tenía todas conmigo (mis reservas para las cosas que se hacen por internet siempre es una constante en todo) hasta que me vi con el equipaje facturado y el billete de avión en la mano. Una vez dentro del avión me relajé (todo lo que se puede relajar alguien que viaja por segunda vez en su vida en avión, y encima solo) y me dispuse a disfrutar de todo.

Por cierto, pude vivir eso de que te lleven hasta el avión en autobús para acceder a él por las escalerillas. Se ve que el avión era tan pequeño que no valía la pena desplegar una puerta de embarque para ¡¡7 pasajeros!!

 

El vuelo fue bastante bien; ningún sobresalto, ninguna turbulencia, un cielo perfecto, paisajes llenos de color... Al cabo de casi una hora de vuelo empecé a ver Lisboa desde mi ventanilla: seguía estando donde la recordaba, eso sí, más pequeña desde arriba, pero con la misma luz que recordaba de dos años atrás.

Me prometí a mí mismo que en Lisboa haría fotos que captaran un poco de la luz de la ciudad, así que, cuando aterricé, mientras caminaba (una de mis manías, que a veces me da dolores de cabeza..., pero sobre todo de pies) de camino a mi hotel, pude disfrutar del primer contacto con la ciudad y su luminosidad. Hice la primera foto en Lisboa buscando algo parecido que lo reflejara.

De hecho, si hay algo que me encanta de Lisboa es ese colorido reflejado en sus edificios. Esas fachadas rosas, amarillas, verdes, de azulejos de colores... Los lisboetas no tienen reparos en los colores ni en ponerlos en sus edificios. Por eso creo que Lisboa tiene un encanto especial...

 

Y al llegar al hotel, ducharme, almorzar (por cierto, por eso de los husos horarios, mi avión salió de Sevilla a las 13'00 y llegó a Lisboa a las 12'50; una hora ganada al reloj) y situarme un poco, mi primer paseo por la ciudad.

 

Ya he dicho que mi manía de andar me da algunos problemas, sobre todo cuando no conozco el lugar. Tengo otra manía cuando salgo fuera de España: tratar de no parecer guiri, al menos en todo lo que sea posible; o sea, que nada de mapas. Se mira en el hotel y se decide la ruta por la que ir. Conclusión: termino, en la mayoría de los casos, perdido por calles que no conozco y dando vueltas durante horas. Eso me permite descubrir rincones y lugares que no tenía previsto visitar. Por ejemplo, el Parque de Monsanto, un gran parque natural de gran extensión desde el que se puede ver Lisboa a la vez que pasear por un bosque de árboles y praderas verdes y donde se han construido caminos para poder hacer deporte, pasear o montar en bicicleta: una gozada.

Por supuesto, empezó a caer la tarde mientras estaba allí...

         

...y me pilló la noche perdido por Lisboa, tratando de volver al hotel, por supuesto.

De todas formas, tarde o temprano, siempre acabo encontrando el camino de regreso: esos caminos que muchos de mis amigos han sufrido paseando conmigo: el "por aquí es, seguro"... sin serlo, y que te hace dar quince vueltas por lugares sin saber que, a lo mejor, estás más cerca de lo que crees; tal vez una calle o una simple esquina de distancia.

Eso sí, antes de regresar al hotel, tenía que cumplir un pequeño ritual: visitar el lugar en el que se iba a celebrar el concierto que, al fin y al cabo, había sido la excusa para volver a Lisboa. La plaza de toros Campo Pequeno (en portugués no hay "eñe").

Y una vez cumplido el ritual, al hotel, una duchita, la cena, y a la cama.

 

El día siguiente sería largo y lleno de nervios y emociones... Era el día Knopfler. Pero como diría Michael Ende, "esa es otra historia y será contada en otra ocasión".

Ya tengo la entrada..., bueno, una entrada virtual. Se supone que la tengo reservada en el lugar del concierto, a mi nombre. Siempre me ha dado miedo esto de comprar cosas por internet, sobre todo si hay que poner un número de tarjeta del banco, pero alguna vez tenía que ser la primera, y la excusa de Mark Knopfler es perfecta.

Ahora sólo queda que todo vaya bien. Que no haya imprevistos (tengo siempre ese puntito de desconfianza con mi suerte con respecto a este tipo de cosas en las que el único beneficiado soy yo), que Lisboa siga estando en su sitio, que yo sepa llegar, que no me monte en el avión y termine en Tombuctú... Que esa es otra: en avión, ¡yo solo! Veremos a ver cómo termina todo... Por ahora estoy en un estado de semi ansiedad, emoción y nervios... Y Mark Knopfler en su casa, supongo que también algo nervioso por el comienzo de la gira... Eso que tenemos en común.

Por fin va fraguándose poco a poco mi tercer (y ésto para mí es todo un logro) viaje a Lisboa. Ya tengo reservados los billetes de avión (también mi segunda vez en un cacharro de estos), así que parece que se puede hacer real.

 

La primera vez que fui a Lisboa fue en 2005, para asistir a un concierto de Mark Knopfler (creo que es una excusa bastante buena), y reconozco que me enamoró la ciudad. Pero del todo. Me fascinó su luz, su color, su aire de ciudad grande sin pretensiones..., y el estar allí para ver a Mark ayudó a las buenas sensaciones. Luego volví a ir, pero sólo para hacer turismo, aunque no con suficiente tiempo, y apenas disfruté de algunos contados lugares de la ciudad.

Esta vez tengo la misma excusa que la primera: Mark Knopfler, pero trataré de disfrutar algo más de Lisboa, porque tengo algo más de tiempo.

Me gusta sentirme visitante; quiero decir, sentir que estás en un sitio nuevo, dejándote empapar por todo lo que te rodea con la visión que da de las cosas el verlas por primera vez (o tercera, da igual, pero ésa cosa de lo "nuevo"). Trataré de hacer fotos, muchas fotos, como cualquier guiri que se precie. Y sobre todo volveré a sentir eso que te hace el viajar, y que sienta tan bien: volveré a sentir que no somos más que una pequeña mota de polvo en la inmensidad de la creación. Viajar te hace poner a tu país, tu ciudad, tu casa, en el punto exacto del mapa del mundo y no en el centro de la humanidad, donde demasiado a menudo nos sentimos... ( y ahí quedan las líneas filosóficas, de regalo).

Esta última foto es el fruto de mi espíritu de "poeta frustrado". Me encantó la imagen de un par de gatos como pintados en un cuadro del que la ventana hacía de marco.

Por cierto, todas las fotos son mías. Siento no haber sido capaz de captar la luz fantástica de Lisboa. Soy un desastre como fotógrafo. La próxima vez trataré de hacerlo mejor...

...sin que sirva de precedente...
Pero este vídeo lo he descubierto en un blog: http://ardiendoaunclavo.wordpress.com

No sé a vosotros, pero a mí me ha hecho gracia, por eso lo comparto.

 

 

 

Si hace algunos años me hubiesen preguntado cuál era mi día favorito de la semana, tal vez hubiera respondido que los viernes, o los sábados, por aquéllo del fin de semana.

Sin embargo, si ahora me lo preguntaran, respondería sin dudarlo un sólo instante: "los jueves". ¿Por qué? Porque desde hace unos cuatro años, para mí los jueves son sinónimo de GARUFA; de lugar donde me siento bien, donde me divierto, donde tengo amigos, donde coincido con mucha gente a la que a veces no conozco pero con la que paso momentos agradables de charla...

Hace algún tiempo escribí algo sobre GARUFA, y lo corroboro de nuevo: me siento como en casa allí.

GARUFA es el lugar, aquí en Sevilla, donde los jueves probamos texto todos esos locos que nos dedicamos a tratar de hacer reír un poco a la gente durante un rato, al menos. Unos con más éxito que otros, pero ya se sabe que el humor es algo relativo, y cada cual tiene un punto de vista distinto y nos reímos con cosas diferentes. Pero aquí he compartido escenario con gente realmente buena (y no sólo me refiero al humor, que también). Y sin embargo me quedo con los momentos vividos debajo del escenario; cuando todo acaba, la gente se va, y nos quedamos por allí hablando de nuestras cosas, de los monólogos, de cómo hemos visto la actuación de alguno de nosotros o la nuestra propia, o incluso cuando no hablamos de nada de eso, sino que compartimos unas copas y nos divertimos...

Eso es para mí GARUFA: un lugar de encuentro, de buen rollo, de buena gente, de charlas agradables y agradable compañía... Y no voy a hablar de la gente que trabaja allí, que son los culpables de todo ésto que digo, porque ellos ya saben lo que significan para mí los JUEVES en GARUFA... Y espero que por mucho tiempo...

Por cierto, este próximo jueves 13 de marzo compartiré escenario con el gran Tappy y con Félix Jiménez, del que pronto oiremos hablar más a menudo, y si no, al tiempo...

Supongo que hasta dentro de cuatro años no volveré a escribir nada tal día como hoy en ningún sitio, pero bueno...

En realidad quería dejar constancia de que esta tarde, terminando de diseñar el nuevo aspecto de esta página, y por ende el del "Libro de Visitas", he descubierto algo que no sabía que tenía: una sección de "mensajes privados" dentro de ese libro de visitas. O sea, mensajes que la gente podía mandarme sin que saliesen publicados.

Quería pedir disculpas, fundamentalmente porque no sabía que existía esa posibilidad en mi libro de visitas, y porque hoy, cuando lo he descubierto, he visto que tenía algunos mensajes desde hace bastante tiempo. El primero de ellos de enero de 2006, de mi hermana. Los demás, de algunos amigos que espero que no se hayan enfadado por no contestarles, aunque supongo que no porque los he visto después.

De cualquier manera, ya he subsanado el error: he quitado la opción de enviar mensajes privados dentro del libro de visitas, así que si queréis hacerlo, podéis usar el móvil, mi dirección de correo, o lo más sencillo: una llamada de teléfono, me invitáis a un par de cervezas, y me lo decís cara a cara, que es más agradable, ¿no os parece? Pues nada, sólo una última vez: LO SIENTO, DE VERDAD.

La verdad es que acabo de ver mi actuación del pasado jueves, y si hay algo que quiera resaltar por encima de todo (aparte de que me encontré agusto y me lo pasé bastante bien sobre el escenario, cosa que no suele ocurrirme a menudo), es que hubo amigos en el público que vinieron a verme.

¿Porqué es lo que resalto? En primer lugar porque nunca suelo avisar a mis amigos cuando actúo (no sé; no me gusta decirlo, es una manía), y en segundo lugar porque me encantó que estuvieran allí. En todo momento sabía que estaban atentos, que estaban apoyándome; lo notaba. Tal vez por eso estuve más seguro..., menos nervioso. Ellos iban a verme pensando que se lo iban a pasar bien, y eso ayuda, aunque no lo parezca. Espero volver a repetir con ellos en el público. Fue un verdadero placer...

No quiero recordar lo que el año que se ha ido me ha dejado; sólo decir que me ha dejado cosas buenas... de las malas mejor no hablamos, porque tampoco ha habido muchas, lo reconozco.

¿Qué pido para este nuevo año? Pues, como dice el chiste, al menos, "que me quede como estaba".

A mí, al contrario de lo que le ocurre a mucha gente, me gustan estas fechas, sobre todo porque suelo encontrarme con gente con la que no suelo estar a menudo, y porque con la gente con la que suelo estar a menudo sigo pasándomelo muy bien.

Espero, eso sí, para este año, en un plano bastante superficial, perder algunos kilos, pero prometo no ponerme a dieta. Si los pierdo, bien; y si no los pierdo, pues nada, siempre hay tallas mayores de ropa en las tiendas. De cualquier manera, a todos os deseo lo mejor. A los que os conozco y a los que no... Siempre es un buen momento para empezar a hacerlo, sobre todo si sois mujer y capaces de soportar a alguien como yo... ¡¡¡FELIZ 2008!!! Nos vemos, como siempre, en los bares.

Este es mi twitter