Montse

Los que me conocen saben que le tengo una guerra declarada a mi móvil: lo odio desde que lo tengo y apenas nos hablamos. Simplemente nos soportamos como buenamente podemos, sin echarnos demasiada cuenta uno a otro. Sin embargo, a veces, reconozco que es capaz de sorprenderme gratamente (en muy contadas ocasiones, si he de ser sincero). Ayer fue una de esas ocasiones.

Cuando por la tarde decidí encenderlo y sacarlo de su silencio, me dijo que Montse me había llamado mientras estaba apagado…

A Montse la conocí en el instituto, en esa época en que en los institutos había tranquilidad y los alumnos éramos respetuosos con los profesores. No recuerdo cuándo fue la primera vez que hablé con ella, ni siquiera cuándo fue la primera vez que la vi, pero sí recuerdo que ya en el instituto era una de esas personas que te arrastra con su personalidad y su forma de ser. Siempre recuerdo a Montse sonrriendo, alegre, con esa risa escandalosa y fantástica de la gente que se ríe de verdad, sinceramente.

Sin embargo la he visto llorar, enfadarse, gritar… Puedo presumir de haber tenido el privilegio de convertirme, durante alguna época, en su Pepito Grillo particular (recuerdo algún paseo por la playa, resolviendo problemas sentimentales…), tal vez porque Montse y yo siempre hemos pensado muy parecido en muchos aspectos.

Siempre he dicho (y a día de hoy lo mantengo) que Montse es una de las mujeres más guapas que he conocido, pero eso es sólo algo anecdótico, porque ella es más lo de dentro. Es más su sonrisa, su cariño, su sinceridad, su alegría contagiosa…

…y de repente, le devuelvo su llamada y me cuenta que se casa.

Hacía algunos años que nuestros caminos habían tomado rumbos distintos, y apenas nos hemos visto un par de veces…, y de repente, le devuelvo su llamada…

Ha sido fantástico, Montse, volver a hablar contigo; volver a oír tu risa, porque me siento muy orgulloso (aunque parezca una estupidez) de saber hacerte reír…

Y qué se puede decir en estos casos? Por un lado da un poco de miedo, porque es una señal inequívoca de que nos vamos haciendo mayores. Pero por otro lado, Montse, me alegro muchísimo por ti. Porque siempre he pensado que las buenas personas se merecen que les pasen cosas buenas. Porque sé que eres feliz con tu decisión. Porque has conseguido encontrar a la persona adecuada, seguramente la mejor. Porque sé también cuánto te ha costado llegar a este punto…

En fin…, podría decir y decirte muchas más cosas, pero me las guardo para el «cara a cara». Por ahora, y por resumir, decir que estoy seguro de que tú y Edu (¡qué suerte has tenido, tío!) vais a ser muy felices en esta nueva etapa de vuestras vidas… y que espero poder tener el privilegio de seguir siendo testigo de ello, aunque sea en la lejanía.

P.D.: No sé si recordarás ésto, Montse. Yo lo guardo con muchísimo cariño, y aún me sirve para reírme de vez en cuando.

Sólo tienes que pulsar aquí, y ya me contarás si conseguiste superarlo…

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