ChatGi, Billy Buganvilla y yo… esta vez sí, la última.

Pues supongo que es hora de ir cerrando esto, porque ya son demasiadas entradas hablando de lo mismo y voy a parecer Hollywood que, como se han quedado sin ideas para hacer pelis nuevas, se dedica a hacer versiones modernizadas de las antiguas.

—Buenas tardes, Billy. ¿Qué tal estás?

—No voy a declarar contra mí mismo, señoría.

El caso es que una vez que ya conocéis a Bug, y una vez que conseguí llegar a su imagen, dec…

—Esta tarde no me apetece discutir. Di lo que quieras.

—Pues siento que no te divierta. Yo sólo quiero acabar la historia de forma divertida, aunque tú no ayudes.

—Ya. Como siempre.

…el caso es que, como iba diciendo, una vez que llegué a la imagen que quería, empecé a pedirle a ChatGi que me generara más imágenes de Billy, pero de distintas formas. Ya os digo una cosa: las IA interpretan las cosas como quieren. No os fieis nunca de ellas, por mucho que os hagan la pelota u os faciliten el trabajo. Sus algoritmos distan mucho de ser inteligentes. Eso sí, para divertirte un rato están muy bien.

Le pedí a ChatGi que me hiciese un primer dibujo de él, y luego que me lo dibujara en una parada de autobús, en medio de un camino que estuviese en un paisaje como de fantasía. Y estos son los dos dibujos que hizo:

En la parada de autobús de un mundo de fantasía. Hay dragones y montañas flotando… ¿Pensará ChatGi que así es mi imaginación por dentro?

—En eso tienes razón. Pero, que sea nuestro secreto, ¿vale?

—Gracias.

Luego tuvimos una charla sobre si el Billy de mi cabeza se acercaba más a un niño de seis años o a uno de doce porque, si he de ser sincero, tengo debilidad por los niños de seis años, pero me encanta la forma de discurrir de los de doce (y sí, en ambos casos tiene mucho que ver uno de mis sobrinos; y si lee esto, él sabrá perfectamente quién es).

Le pasé varias de nuestras conversaciones, algunas de mis entradas sobre él… y al final decidimos que lo más lógico eran los doce años (que es la edad que siempre le he asignado yo, aunque su imagen en mi cabeza era la de un niño de seis. Sí, lo sé, es complicado de entender, pero… ).

—Bueno, Billy, es lo que hay. ¿Qué le vamos a hacer?

Sin embargo quise tener esa imagen del Billy de seis años. ¿Recuerdas lo que decía ayer de la imagen «cuqui«, que tanta vergüenza le daba a Billy? Pues esta es: Bill Buganvilla con seis años.

¿No me digas que no es adorable?¿No lo achucharías?

—¿Sabes qué? Acostúmbrate. Pero seré bueno. Por el momento no airearé más imágenes tuyas…

—Lo haré. Ya sabes que es una de las cosas que tengo pendientes.

—Pero siempre has sido mi preferido.

—¡¡Billy!!

—Sólo voy a subir la última imagen que le he pedido a ChatGi que me genere sobre ti. Le pedí que la hiciese como si estuvieras en una sesión fotográfica, y luego le dije que me repitiese la misma, pero antes de esa sesión. O sea, una «seria» y la otra siendo tú mismo. Ya sabes: como esas fotos que nos hacen sin que lo esperemos, justo antes de que nos pongamos serios para que nos fotografíen.

—¿A que sí? Es tan tú…

—En realidad me quedan algunas imágenes en el tintero que quería compartir con…

—Sí, ya. Pues eso. Pero me las guardo para, en algún momento, hacer una especie de entrada-álbum de fotos con ellas.

—Sabes que eres un poco tonto, ¿verdad?

—¿Ahora cantas? No sé si querría oírte hacerlo.

—Pero no sé si buen gusto.

—Vale, mejor me callo porque tengo todas las de perder. Además, quiero acabar ya con esto. ¿Sabes que he tenido un poco de lado la otra web, la de los relatos, por escribir tu historia?

—Sí. A veces eres un poco insoportable…, e impertinente.

—¡¡No, por favor!! Sólo quiero acabar esta entrada.

—¿Tengo que responderte a eso?

—¡¡Billy!!

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