¡¡¡33!!!

Pues sí, ya van 33. Quién me iba a decir a mi a los 8 años que llegaría a ser tan mayor (y espero que lo que ahora me parece ser mayor, pongamos por ejemplo los 75, pueda verme diciendo lo mismo que hoy). A estas alturas de mi vida creo que debo agradecer a mucha gente el ser como soy, el haber llegado aquí tal y como he llegado, y el seguir hacia adelante en tan buena compañía.

Siempre hay gente con la que hubiese querido compartir estas fechas pero ya sabemos que el tiempo es un rodillo inmisericorde, y yo estoy seguro de que mis abuelos están protegiéndome desde allá arriba (sí, qué le vamos a hacer, yo creo en el Cielo), y se alegran siempre por mi. Aquí abajo tengo la suerte de contar con gente que me quiere de verdad, que me aprecia (increíble a veces, pero cierto), gente con la que comparto algo más que unos minutos de copas y diversión; algo más… íntimo.

Y, por supuesto, mi familia. Ésos que sé que siempre están ahí, a pesar de todo y por encima de todo. Ellos son los principales responsables de que haya llegado hasta aquí y de que pueda seguir avanzando con la cabeza alta. Sé que debería dar todos los días gracias a Dios por la suerte que tengo.

¡¡33 años!! Se dice pronto, pero son muchas cosas a la vez. 33 años. Un gran amigo me dijo ayer, felicitándome, que mirase al cielo y dijese: «éste es el primer día del resto de mi vida».

Lo diré en general para que los aludidos lo particularicen y personalicen: os quiero a todos. Los de ahora, los de antes, los de siempre…; todos los que habéis hecho posible que en algún momento de mi vida sea feliz y que siga siéndolo a pesar de los baches. Os quiero a todos. Gracias por estar ahí, y ya sabéis: nos vemos en los bares, y hacedme un favor: SED FELICES…

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