Querido Santi Santiago, siento desilusionarte, pero no vas a poder incluir en tu ránking 32 experiencias sexuales más, aunque sí deberías tratarte esa manía tuya de apuntar en ese ranking incluso las veces que tu hámster te muerde el dedo cada vez que te empeñas en cambiarle el papel de periódico de la jaula.

En cuanto a la obsesión del ratón Pérez por los dientes, tal vez haya llegado el momento de que le preguntes a tu madre dónde tiene guardados tus dientes de leche. Si la respuesta es que se los llevó el ratoncito Pérez, puedes estar seguro de que parte del primer triciclo que tuviste en tu infancia fue pagado con ellos. Si, por el contrario, tu madre te lleva a su mesita de noche y te abre un cofrecito con un montón de pequeños paquetitos de papel albal, entonces siento muchísimo que no hayas tenido un triciclo en tus primeros años. El ratón Pérez no era más que un empleado; ¿quién más apto que un ratón para colarse debajo de la almohada de un niño y coger algo pequeño sin despertarlo?

En lo referente a lo de los cinco duros... ¿de verdad dejaba dinero? ¿Y a mi porqué nunca me dejó ninguna moneda? ¡¡Claro!! Ahora entiendo porqué sólo me dejaba caramelos: por eso a mi me regalaron la bici tan pronto...