En el siglo XXI, donde los niños maduran cada vez más temprano: ¿por qué se siguen tragando en los viajes eso de: «Como no te calles doy la vuelta y nos volvemos a casa»?
Efectivamente, estamos en el siglo XXI. Buena apreciación.
El tema de la madurez es algo bastante complicado de analizar, pero está claro que existen muchos factores que influyen en ella, tanto positiva como negativamente. Es evidente que los viajes son uno de esos factores, al igual que el sol, la lluvia, los abonos utilizados, la tierra oxigenada convenientemente o no, la frecuencia del riego, las diferentes plagas e insectos…
En cuanto a la frase en sí, ¿quién puede afirmar que en realidad los niños se la tragan? Sí; si nos remitimos a las reacciones externas, tal vez sea esa la conclusión, pero en la psique del niño se producen otras reacciones que pueden pasar desapercibidas. Al gesto de sentarse con los brazos cruzados en el asiento trasero suele seguir una intensa actividad cerebral en forma de pensamientos totalmente lógicos y meditados en grado sumo, tales como:
«Estoy hasta los mismísimos cordones de los botines de la frasecita esa. Voy a estarme quietecito un rato porque, aparte de que estoy cansado de pegar patadas en la parte trasera del asiento de papá, si se cabrea me va a tener sin bañarme cuando lleguemos a la playa hasta… que me ponga a berrearle a mamá y discutan entre ellos; pero no me apetece hacer otra vez el numerito del berrinche porque luego me pica la garganta y no puedo ponerme pesado para que me compren esos helados que siempre empiezan negándome y al final me compran para que me calle…»
¿De verdad pensamos que los niños son los que no maduran? ¿Quién sufre más cuando llega la hora de decirle a un niño que los Reyes son los padres y que el Ratoncito Pérez murió por comerse una bolsa de bolitas de colores que se encontró tirada en el suelo de un parque?