Ellas son las que eligen

El estamento científico, aunque no lo parezca, es uno de los más humorísticos, en serio. Dentro de su estatus de importancia, a veces, se ve que se aburren bastante de estudios serios, y hacen alguno de los que yo llamo «para relajarse». Ayer pude leer de forma furtiva en el periódico de alguien que iba en el mismo autobús que yo (sí, suelo leer los periódicos de los demás en el autobús…; y sus libros, y sus sms, y sus apuntes de universidad… Mi vista me lo permite), pues leí que los científicos habían concluído, después de un rigurosísimo estudio, que «las que eligen son ellas«. No está mal la conclusión, pero me mosquea el que no hayan recurrido a mi sabia experiencia en estos asuntos.

Alguien como yo, bajito, medio calvo y, de un tiempo a esta parte, algo entradito en carnes gracias al brebaje del señor Gambrinus, ya sabía que eran ellas las que elegían. Lo noto en mis carnes (ahora algo más abundantes) casi cada día. La Naturaleza es sabia, está claro. Si fuésemos nosotros los que eligiéramos, seguramente todos eligirímos a las mismas; está claro que no vemos más allá. Yo, por mi parte, aún tengo la esperanza de que a alguna mujer en el mundo (espero que a ser posible en mi misma ciudad) le haya tocado el gen que le haga elegirme.

Mientras tanto, seguiré poniéndome al servicio del estamento científico por si tuviesen a bien el consultarme en alguno de sus estudios «para relajarse».

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