Rutinas

saliendodenuevoDe vez en cuando, llega un momento en la vida en que decides cambiar algunas de tus rutinas diarias. Yo he llegado a ese punto y esta mañana he comenzado a hacerlo.

He vuelto a recordar lo bien que sienta estar solo en la carretera, dando pedales, con tu propia respiración y el viento empujándote o frenándote. Y la mente concentrada en no más que lo que tienes alrededor; nada de problemas, nada de agobios, nada de estrés, nada de decepciones, nada de tensión… Solo la carretera, tus latidos y tu cadencia.

Claro que, la pérdida de la práctica te juega malas pasadas. Siempre hay algo que te hace recordar que lo dejaste hace mucho y que no puedes volver así como así; que el asfalto es peligroso y no se ablanda si tus huesos lo visitan. Por suerte estaba parado. Los calapiés son traicioneros si no los dominas, y si te vas a parar, asegúrate antes de haber sacado de ellos los dos pies, no solo uno. Por lo general la bici tiende a volcarse hacia el lado en el que aún tienes el pie prisionero del pedal y, por supuesto, el suelo se acerca mucho más rápido de lo que tu perdida pericia es capaz de liberarte del enganche.

La primera reacción, como no, desde el suelo, fue mirar si alguien me había visto. No había nadie: estaba en un polígono. Mejor.

El caso es que ha sido una buena cosa volver a la carretera. Siempre se ve todo mucho más claro cuando has estado a solas con tu esfuerzo, tu cansancio y tu respiración. Ahora habrá que seguir avanzando, cambiando rutinas.

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