Eurovisión

Bien, partamos antes que nada de una premisa: nunca me ha gustado esta canción para representar a España en un concurso de música. Me parece una tomadura de pelo (que en realidad es lo que dicen de ella sus creadores, aunque de forma más suave), falta de todo gusto musical y estético, que nos ridiculiza, da una imagen casi exacta de la actualidad española (por desgracia éso hay que reconocerlo) y, para acabar, me parece una total falta de respeto hacia los españoles (aunque hayan sido ellos – habría que ver quiénes, porqué, y bajo qué circunstancias atenuantes o agravantes – los que la eligieron), su música y su cultura. No voy a hablar de falta de respeto al concurso, porque Eurovisión hace algún tiempo que perdió por sí mismo el respeto.

Hasta aquí lo que pienso del personaje (¡ojo!, del personaje, no de la persona) y su cancioncita de marras (por cierto, de nuevo se demuestra que con una máquina de márketing bien engrasada, cualquier idiota puede sacar un disco o una canción de éxito…, pero de éso hablaré otro día).

Lo que ayer realmente me molestó, y en la última semana ha ido creciendo el tema poco a poco hasta llegar al día del concurso, fue el «despellejamiento» al que se ha sometido, por parte de algunas cadenas de televisión, al fenómeno (porque nos guste o no, no deja de ser un fenómeno lo del Chiki-chiki) de Rodolfo Chikilicuatre.

La verdad es que da asco ver cómo las cadenas que no son capaces de remontar sus audiencias con programas basura, se dedican a tratar de hundir algo de una cadena ajena simplemente porque ha tenido éxito. Eso se llama envidia, y además, envidia malsana. Estuve viendo un trozo de ese programa de periodismo de investigación y modelo de buen gusto y pulcritud de Telecinco llamado «La Noria», donde nos avisaban de que iban a ¡¡¡descubrir!!! el montaje del Chikichiki. Nos iban a descubrir quién se había enriquecido con ello, y toda una supuesta trama de no se sabe qué fantasmas que habían inventado.

Resulta que esa misma cadena tiene en su parrilla un programa que se creó precisamente para elegir al representante de España en Eurovisión hace algunos años. Ese programa se llama OT. ¿Y qué explotan de un programa que se supone que es musical? Las «tramas» íntimas de sus concursantes, sus devaneos, sus trapos sucios, sus peleas, sus rencillas… Me parece muy coherente, sí señor. ¿Qué les duele a ellos? Que es otra cadena la que se está enriqueciendo, que, seguramente, el de anoche fue el concurso de Eurovisión más visto de los últimos tiempos, que ellos llevan años tratando de sacar a flote su cadena con algo que puedan decir que es suyo, pero no lo consiguen…

Y para colmo, para sustentar sus teorías y sus acusaciones, nos presentan declaraciones de adalides de la música y la cultura española como no-sé-cómo-se-llama estrella de las revistas del corazón… que parece que se dedica a cantar, por ejemplo.

En fin, lo que hay que oir. Ésto, en realidad, daría para muchas investigaciones y muchas letras. Yo sólo saco algunas conclusiones: el nivel del personal (el de la gente de a pie me refiero) está muy mal, las «altas esferas» están consiguiendo lo que querían: una masa de gente que no es capaz de pensar por sí misma y a la que se puede manejar al antojo, en televisión ya no se busca la calidad sino que el márketing le ha ganado al buen gusto, la competencia leal no existe: se trata de hundir al que no piensa tal y como marcan las líneas oficiales y si hace falta se inventan mentiras para desprestigiar a quien osa pensar lo contrario de lo marcado (algo que en la radio española es cada vez más claro)… y lo que me da más miedo: se están convirtiendo en guardianes del buen gusto, lo correcto y lo ético personajes de la talla de Belén Esteban, Ramoncín, Nuria Bermúdez, Ana Rosa Quintana, Carmele Marchante, etc., etc., etc.

Ya lo decía Antonio Machado:

«Españolito que vienes al mundo,
te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *