Anoche volví a pasarlo bien en Garufa. No salió todo lo bien que me hubiese gustado, pero tampoco tan mal como podía esperar. Eso sí, está claro que las noches son mejores cuando estás cómodo con la gente con la que compartes escenario, y anoce fue así. Sigo alegrándome por haber tenido la suerte de conocer a la gente que conozco en esto de los monólogos.
A Víctor lo conocí hace creo que tres años. Yo fui el que lo presentó su primera noche en Garufa; luego se fue a Madrid y allí consiguió grabar su primer monólogo para Paramount. Luego, supongo que las circunstancias, le hicieron plantearse no volver a hacerlo… Pero de repente, o no, ha vuelto, y tuve la suerte de volver a presentarlo anoche en Garufa, en su primera actuación tras su vuelta. Y estuvo pletórico. Me encantó.
De Adri no puedo decir mucho. Le conozco hace muy poco, pero recuerdo la primera vez que lo vi en Garufa, con su mascota en la cabeza (un gorro; no es que llevara un gato sobre sí) y pensé: «¡qué tío más raro!» Luego hemos hablado algunas veces más y, conociéndolo un poco, me confirmo en mi primera apreciación: ¡qué tío más raro! Pero en el buen sentido de la palabra. Todos somos raros de una forma u otra, y Adri no iba a ser menos. Y nos llevamos bien…