Guerreros

Desde siempre, uno de mis aforismos preferidos es este latino: «Si vis pacem, para bellum»; si quieres la paz, prepara la guerra.

Llevo dándole vueltas mucho tiempo a lo alérgicos que parecen algunos a todo lo que suponga lucha, sacrificio, pelea, esfuerzo… y, sobre todo, a esos que insisten hasta el cansancio en que no llamemos héroes, o guerreros, o valientes, o soldados a las personas que luchan contra una enfermedad, sea la que sea. Y la verdad, no entiendo por qué.

Llamamos guerreros a futbolistas que corren hasta la extenuación para ganar un partido (cuando lo hacen), o héroes a los ciclistas que lo primero que hacen es tratar de levantarse y volver a montar en bicicleta tras una caída que a mí o a cualquier mortal llevaría a la UCI de cabeza. Pero no podemos llamar valientes a unos niños que luchan contra un cáncer o a cualquier persona con cualquier enfermedad que pelea por recuperar la salud. ¿Por qué? ¿Quién puede ser más héroe que ellos? Dicen que es que ellos no querrían tener esa enfermedad ni tener que estar luchando por su vida. Por supuesto. ¿Quién duda de eso? Ningún soldado quiere perder la vida en el campo de batalla pero, como decía Chesterton, «el verdadero soldado no lucha porque odia lo que tiene delante, sino porque ama lo que tiene detrás» .

No hay mejor soldado que el que lucha por amor. El problema es que se nos ha olvidado, nos quieren hacer olvidar, que el amor que no se comparte se pudre. Una sociedad individualista como la que nos han montado, es una sociedad que no reconoce el amor aunque lo tenga delante. «Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos». Cuanto más amor sienta un enfermo alrededor, más ganas y fuerzas tendrá para luchar.

Por supuesto que hay soldados que se rinden y, tal vez, en esos casos, habría que mirar lo que le rodeaba. Quizás no se sentía protegido por quienes tenía cerca. A lo mejor los cobardes son los que no ayudan a luchar a los que pelean, no los que se rinden.

Yo seguiré viendo guerreros y héroes en esas personas que pelean contra una enfermedad, esas personas que luchan contra su propia naturaleza herida… y más, aquellos que lo hacen forzando, cuando no pueden, una sonrisa. Por supuesto que no hay que estar bien siempre ni hacer ver que no nos duele cuando lo hace. Los soldados heridos van sangrando a la enfermería, no tapan sus heridas. Pero van allí para poder seguir luchando lo antes posible.

Guerreros. Ahora tengo, muy cerca, a mi amiga Isa, una valiente luchando contra su cáncer de mama. Y, por supuesto, mi Vero, que fue, es y será la heroína sonriente en la que sentirme reflejado.

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