Sé que muchos me vais a crucificar por esto, así que voy a asentar las bases de todo:
1. Estoy en contra de CUALQUIER MALTRATO ANIMAL.
2. Me parece totalmente repugnante y reprobable, a parte de una falta de responsabilidad, esa gente que abandona animales cuando dejan de ser «graciosos» porque han crecido.
3. Siempre he pensado que un animal debe vivir en un entorno adecuado y, perdonadme, creo que un piso no es un entorno adecuado para casi ninguno.
4. Una sociedad que maltrata a sus animales domésticos es una sociedad enferma (fundamentalmente porque es una sociedad que ha empezado a portarse como si la naturaleza fuera una posesión y no un regalo).
Dicho todo esto, la imagen de aquí al lado me resulta, cuanto menos, indignante. Me parece perfecto que haya asociaciones que luchen por defender a los animales, pero de ahí a comparar un perro o un gato con un niño va un mundo. Lo siento, pero si tengo un gato, soy padre y resulta que mi hijo es alérgico al pelo del animal, daré en adopción al gato. Y si ocurre al revés, (que sea el gato el alérgico al niño, – cosa supongo bastante improbable -), también daré en adopción al gato.
Entiendo el fondo de lo que se quiere decir con el anuncio, pero la forma es, a mi manera de ver, tan errónea como falta de cualquier sentido.
Lo siento, pero jamás entenderé cualquier intento de igualar a un animal con un ser humano. Jamás.
Igual que creo, y ya lo he escrito antes, que una sociedad que maltrata a sus animales es una sociedad enferma, también creo que una sociedad en la que un animal se pone por delante de un ser humano es una sociedad moribunda, condenada, justamente, a desaparecer.
Me hace gracia cuando leo comentarios del tipo «cuanto más conozco a los humanos, más quiero a mi perro», frase por cierto que dijo, entre otros, Adolf Hitler. No es que los animales puedan ser más humanos, a veces, que los propios humanos; simplemente es que los humanos, a veces, podemos llegar a ser mucho más salvajes que los animales. No es mérito de ellos, es demérito nuestro.
No llevemos las cosas al extremo. No al maltrato animal, pero ocupémonos con más intensidad de las necesidades básicas del ser humano.