Música. Mi música

En lo que llevamos de mes ya he tenido tres eventos musicales que me han alegrado este comienzo de año un tanto tambaleante que espero termine de enderezarse más pronto que tarde. ¿Qué tal si escribo sobre ellos de forma independiente?

Antílopez

antilopezA estos tipos los descubrí por casualidad, haciendo esas búsquedas que todos hacemos en Youtube, que empiezan por algo en concreto y que, siguiendo pistas, te llevan a otro sitio que ni esperabas. Luego, una amiga me invitó a uno de sus conciertos y desde entonces les sigo la pista, un poco desde lejos, pero con interés.

Antílopez son peculiares. Son dos tíos con un talento inmenso, unas voces espectaculares y con un sentido del espectáculo extraordinario. Que dos personas con dos guitarras sean capaces de llenar tantísimo un escenario es algo que poca gente puede hacer. Si no, ¿por qué casi todos los grupos y cantantes de ahora necesitan recargar tanto sus espectáculos con bailarinas, luces, efectos…? A Antílopez no les hace falta nada de eso. Ellos solos se bastan y se sobran. Tienen un espectáculo fresco, divertido, lleno de talento, de canciones, de humor. Recomendaría a cualquiera que quiera escuchar buena música y pasarlo bien a partes iguales, que fuera a cualquiera de sus conciertos. Me dará la razón a la salida.

El 7 de este mes, cuando los vi de nuevo en directo, volvieron a impresionarme. Si sales de un concierto con una sonrisa y habiendo apartado de ti toda la negatividad en la que cada vez nos envuelve (y dejamos que lo haga) nuestra realidad, sabes que has asistido a un grandísimo concierto. Y eso ocurre siempre con Antílopez. En serio, probadlo.

Carlos Goñi. Revólver

goñiSiempre lo he dicho y es algo que no me cansaré de repetir: Carlos Goñi es uno de los músicos más honestos que conozco. Hace la música que quiere, habla de lo que le da la gana y nunca rehúye una pregunta por espinosa que sea, aunque esté más de moda lo políticamente correcto. Puedes o no estar de acuerdo con él, pero hay una cosa clara: él tiene sus propios criterios y no tiene miedo de expresarlos.

Anoche fui a verle en directo. Tres músicos en el escenario: batería, bajo y guitarra. Y sus canciones; las nuevas y las de siempre. Dos horas largas de concierto en el que no pudieron pasar más cosas: fallos de guitarras, de sonido, un niño haciendo de espontáneo y subiendo al escenario (Álvaro se llamaba, y nos contó que sus padres le habían regalado la entrada para ver a Carlos Goñi, así que fue a saludarlo, ¿por qué no?)… Pero sabes que cuando hay un grandísimo profesional sobre las tablas, sabrá superar cualquier obstáculo. «Tengo un poco de aragonés, así que si alguien está intentando echarnos, que sepa que todavía nos quedan bastantes canciones», dijo en un momento dado, justo cuando todo el sonido dejó de funcionar unos segundos antes de comenzar una canción.

Como siempre, fue un concierto inmenso, de los de vibrar y emocionarte. De los de cantar, tocar las palmas, tener sensaciones, recuerdos…

Carlos Goñi forma parte de la banda sonora de mi vida desde hace muchos años, así que, el que siga sacando discos y dando conciertos, es algo que el guión de mi vida agradece.

Mark Knopfler

KnopflerY claro, si hablo de mi música, no podía faltar Mark Knopfler, que ha sacado disco nuevo el pasado día 17: «Tracker», su octavo álbum en solitario después de que se deshiciera de sus Dire Straits para poder ser más él mismo.

Jamás, y lo sabe todo el que me conoce, podré hablar objetivamente de la música de Mark; así que si digo que este último disco es una delicia, una obra maestra, un compendio de sensaciones, paisajes, personajes, historias, sentimientos… expresados todos con la elegancia y la sabiduría de un orfebre de la música, probablemente la mayoría me diría que exagero. Y puede ser cierto, pero llevo cuatro días oyendo el disco una y otra vez, y a cada nueva escucha descubro un matiz distinto, una nota oculta anteriormente, una frase con una sonoridad diferente…

Mi relación con Mark Knopfler es así: le llamo maestro, le consiento todo, le dejo que me lleve por donde quiere, le presto mis silencios, mis paseos, mis horas muertas, mis noches…, espero con ansias cada nueva noticia sobre lo que hace o lo que prepara. ¿Estoy enfermo? Pues no lo sé pero, de ser así, es una enfermedad que no es mortal aunque sí crónica. Y me gusta.

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