Rumbo a Lisboa

Por fin va fraguándose poco a poco mi tercer (y ésto para mí es todo un logro) viaje a Lisboa. Ya tengo reservados los billetes de avión (también mi segunda vez en un cacharro de estos), así que parece que se puede hacer real.

 

La primera vez que fui a Lisboa fue en 2005, para asistir a un concierto de Mark Knopfler (creo que es una excusa bastante buena), y reconozco que me enamoró la ciudad. Pero del todo. Me fascinó su luz, su color, su aire de ciudad grande sin pretensiones…, y el estar allí para ver a Mark ayudó a las buenas sensaciones. Luego volví a ir, pero sólo para hacer turismo, aunque no con suficiente tiempo, y apenas disfruté de algunos contados lugares de la ciudad.

Esta vez tengo la misma excusa que la primera: Mark Knopfler, pero trataré de disfrutar algo más de Lisboa, porque tengo algo más de tiempo.

Me gusta sentirme visitante; quiero decir, sentir que estás en un sitio nuevo, dejándote empapar por todo lo que te rodea con la visión que da de las cosas el verlas por primera vez (o tercera, da igual, pero ésa cosa de lo «nuevo»). Trataré de hacer fotos, muchas fotos, como cualquier guiri que se precie. Y sobre todo volveré a sentir eso que te hace el viajar, y que sienta tan bien: volveré a sentir que no somos más que una pequeña mota de polvo en la inmensidad de la creación. Viajar te hace poner a tu país, tu ciudad, tu casa, en el punto exacto del mapa del mundo y no en el centro de la humanidad, donde demasiado a menudo nos sentimos… ( y ahí quedan las líneas filosóficas, de regalo).

Esta última foto es el fruto de mi espíritu de «poeta frustrado». Me encantó la imagen de un par de gatos como pintados en un cuadro del que la ventana hacía de marco.

Por cierto, todas las fotos son mías. Siento no haber sido capaz de captar la luz fantástica de Lisboa. Soy un desastre como fotógrafo. La próxima vez trataré de hacerlo mejor…

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