Se acaba ésto

Bueno, se acaba el año. Un año que empezó con rima y acaba con los fumadores cabreados y/o resignados. Por mi parte creo que no puedo quejarme. Por fin pude ir a un concierto de Mark Knopfler, que creo que va a ser una de las mejores experiencias que podría haber vivido; he conocido a mucha buena gente, he asentado amistades y aprendido a no confiar demasiado en las palabras y sí más en las acciones…

Puede que sea un poco menos negativo con respecto a las mujeres (jejeje, esto es una indirecta para quien la quiera entender), aunque un poco menos iluso… En fin, el resumen de mi año creo que podría ser más positivo que negativo. Que el 2006 sea mejor, porque todo es mejorable, por supuesto. Para la gente que me quiere, ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!; que se os cumpla todo lo que deseáis. Para los que no me quieren, espero que todo os vaya muy bien, y que algún día podamos tomarnos una copa juntos. Pero sobre todo, para todos, por favor, SED FELICES…

¿Somos ricos?

Supongo que el que yo esté aquí, a estas horas, en este día, delante del ordenador, escribiendo ésto, será la prueba definitiva de que sigo siendo igual de rico o de pobre que antes de que pasaran las primeras horas del mediodía. Com siempre, la lotería se ha ido a otro sitio. Me pregunto cuando se pasará el Calvo del anuncio a soplar por aqí, por mi casa, que ya toca, hombre, que ya toca…

Sin embargo, como dice uno de mis dúos humorísticos favoritos, Gomaespuma: «Enhorabuena a todos los premiados».

Educación mañanera

Hoy he salido a la calle a las 7’30 de la mañana y he comprobado que la gente que habita las calles durante esas horas se divide en dos grupos: los conductores, que andan siempre cabreaos, con mala cara y la mirada perdida; y los viandantes, gente que camina acurrucada sobre ella misma, huyendo del frío, enfundada hasta las cejas en ropa. Y son estos los que parecen menos autómatas; parece que se produce una especie de comunión cuando vas andando por la calle y te cruzas con alguien a quien ni siquiera conoces, pero que camina como tú, aunque sea en dirección opuesta. Hay algo parecido a la solidaridad con ese compañero de frío matinal, y cuando nos cruzamos, casi siempre puede oírse un «Buenos días» desde debajo de la bufanda que cubre el rostro del otro, a lo que nosotros respondemos con la misma cortesía: «Buenos días». Y todo se produce sin apenas cruzar las miradas, sin mover la cabeza para mirar al otro, porque cualquier movimiento estropearía el perfecto conglomerado de ropa que nos hemos puesto al levantarnos para salir lo más cubiertos posible a combatir la gélida brisa matinal. En fin, está bien comprobar que, aún a pesar de esas horas, todavía queda gente, cuanto menos, educada y amable…

¡¡¡33!!!

Pues sí, ya van 33. Quién me iba a decir a mi a los 8 años que llegaría a ser tan mayor (y espero que lo que ahora me parece ser mayor, pongamos por ejemplo los 75, pueda verme diciendo lo mismo que hoy). A estas alturas de mi vida creo que debo agradecer a mucha gente el ser como soy, el haber llegado aquí tal y como he llegado, y el seguir hacia adelante en tan buena compañía.

Siempre hay gente con la que hubiese querido compartir estas fechas pero ya sabemos que el tiempo es un rodillo inmisericorde, y yo estoy seguro de que mis abuelos están protegiéndome desde allá arriba (sí, qué le vamos a hacer, yo creo en el Cielo), y se alegran siempre por mi. Aquí abajo tengo la suerte de contar con gente que me quiere de verdad, que me aprecia (increíble a veces, pero cierto), gente con la que comparto algo más que unos minutos de copas y diversión; algo más… íntimo.

Y, por supuesto, mi familia. Ésos que sé que siempre están ahí, a pesar de todo y por encima de todo. Ellos son los principales responsables de que haya llegado hasta aquí y de que pueda seguir avanzando con la cabeza alta. Sé que debería dar todos los días gracias a Dios por la suerte que tengo.

¡¡33 años!! Se dice pronto, pero son muchas cosas a la vez. 33 años. Un gran amigo me dijo ayer, felicitándome, que mirase al cielo y dijese: «éste es el primer día del resto de mi vida».

Lo diré en general para que los aludidos lo particularicen y personalicen: os quiero a todos. Los de ahora, los de antes, los de siempre…; todos los que habéis hecho posible que en algún momento de mi vida sea feliz y que siga siéndolo a pesar de los baches. Os quiero a todos. Gracias por estar ahí, y ya sabéis: nos vemos en los bares, y hacedme un favor: SED FELICES…

Carta abierta al capitán Vallecas

Estimado Capitán:

Ya sé que Supermán no le admira demasiado, y que los 4 Fantásticos decidieron no seguir contando con sus servicios, pero yo siempre seré uno de sus seguidores más fiel, aunque no se cambie a menudo los calzoncillos. Sin embargo he de serle sincero: estoy más cómodo con su identidad secreta (que no voy a revelar para no poner en peligro su vida). Usted me impone demasiado, pero su álter ego es más asequible, sabe cuál es el orden que lleva la ropa al vestirse, canta mejor, ríe de forma más escandalosa, y sus mantas abrigan de forma bastante aceptable… No quiero que usted se sienta menospreciado, ni mucho menos, pero los pasados jueves y viernes en Madrid, junto a su identidad secreta, y algún amigo más, han sido muy divertidos. De esos días que se recuerdan con agrado y durante mucho tiempo. Sólo quería decirle esto. Espero que no se enfade conmigo. Un abrazo de su admirador:

Juanma

P.D.: Carla, «no ni ná»…