Casi dos meses y…

…y demasiadas cosas importantes. La fundamental es que uno de mis hermanos se casó hace ya una semana justo. Es una sensación extraña, la verdad. Aún me descubro a veces mirando el reloj por las noches, esperando a que no llegue muy tarde. Supongo que la vida va fluyendo y las cosas cambian, aunque no queramos creerlo. Yo sé que los dos serán my felices, y que ambos han encontrado a la mejor persona del mundo para compartir sus vidas. Seguro que les irá muy bien; tanto o más que como les ha ido hasta ahora.

Por otro lado, el mundo sigue estando loco… Bueno, el mundo no; los que lo habitamos: guerras, incendios, accidentes… Parece que el hombre siendo, como hasta ahora creíamos que era, el ser más inteligente de la creación, se empeña en autodestruírse. Nunca entederé qué puede pasar por la cabeza de una persona normal para apretar el gatillo contra otra, o qué tipo de dirigentes venden su alma al diablo y decretan el exterminio de una nación por el motivo que sea; incluso me da más escalofríos el pensar que los motivos que se esgriman sean religiosos (sabiendo además que no hay ninguna religión en el mundo que apruebe el asesinato, la guerra o cualquier otro uso de la violencia bajo ningún concepto).

Después tenemos nuestras tierras de Galicia (al menos yo siento un especial cariño hacia ellas desde hace más de diez años, aunque sólo haya ido una vez en mi vida) ardiendo por completo; de una punta a otra, por culpa de incendios provocados por dementes (o eso dicen. No quiero pensar que haya otro tipo de motivos…, urbanísticos, por ejemplo…), mientras nuestro presidente del gobierno se moja el culo en Las Canarias, lo más lejos posible, para no salir ardiendo él también… Me estremecen las imágenes de los gallegos echando cubos de agua contra fuegos gigantescos que amenazan con devorar sus vidas en cualquier instante de descuido…

¿Y los inmigrantes? Ahora en los telediarios han descubierto otro vocablo nuevo: cayucos. Y es, al final, todo lo mismo: gente que no tiene cómo sobrevivir y buscan el pan donde sea, aún a costa de su vida. Al menos queda buena gente en cualquier rincón, y un día me sorprendí viendo a un grupo de estos inmigrantes (qué palabra más fea) desembarcando en una playa donde los veraneantes que allí estaban los acogieron con lo que tenían a mano: toallas, agua, comida…; calor humano al fin y al cabo. Nada de guantes en las manos, ni mantas doradas para darles calor, ni órdenes para que se pongan en tal o cual lugar. Sólo un poco de cariño.

En fin, muchas cosas; demasiadas. Y nosotros preocupados porque la boda de Bustamante saliera bien o por las fotos del culo de Andreu Buenafuente (por cierto, suscribo todo lo que dice al respecto de este tema en su página web).

Pero para decir algo positivo como final, el día 26 toco en mi segunda casa, «Garufa», con dos de mis mejores amigos. Un concierto para amiguetes en plan íntimo y divertido. Nadie esperará ver a los Rolling o a U2. Sólo tres colegas que se lo pasan bien y tratan de que la gente también lo haga. Yo sé que no estoy a la altura de mis compañeros, pero haré lo que pueda. Sobre todo, trataremos de diverirnos haciéndolo lo mejor posible.

…¡y aún queda mucho verano!

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