Joe Satriani

He ido a pocos conciertos «grandes», entre otras cosas porque hay poca gente «grande» a la que admire. Al concierto de Joe Satriani del día 12 de junio en Ámsterdam fui porque un amigo me ha ido enseñando poco a poco sus temas, su forma de tocar la guitarra, su música…, y reconozco que me gusta.

Nunca he sido fan de los alardes guitarreros, de los punteos donde lo que prima es la velocidad por encima de la melodía o el sentimiento (soy un sentimental, lo sé); por eso mi favorito es, y lo será siempre, Mark Knopfler. Pero tengo que reconocer que Joe Satriani es un virtuoso. Un virtuoso que sabe dar fuerza a cada uno de sus temas; sabe ser suave cuando hay que serlo y heavy cuando la canción lo requiere. Satch (así lo llaman los que llevan más tiempo que yo disfrutándolo) es un grande.

Viví el concierto como si lo llevara escuchando tanto como a Mark Knopfler o sus Dire Straits. Vibré, me emocioné, salté, grité, aplaudí (no sé silbar, si no, también lo habría hecho)… Una gozada, lo reconozco. Por cierto, a mi lado en el concierto tenía a una señora de no menos de 70 años, totalmente entregada. Ella también saltaba (dentro de sus posibilidades), y gritaba y aplaudía y agitaba sus brazos en alto… Esa señora, tengo que decirlo, a partir de ese momento fue mi ídolo. Alguien de su edad disfrutando de la música a todo volumen, de música de hoy, rodeada de gente que podrían ser sus nietos, totalmente integrada…

Tengo que decirlo: si Satriani ha conseguido éso, «Satch, eres grande».

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