No me gusta escribir cosas que pueden crear polémica en mi página, pero como es mía, pues eso… Y es que llevo dos días leyendo estupideces de gente que debería ser, aunque sea mínimamente, inteligente.
De repente repatrían a un par de religiosos españoles a su país, España, infectados con el virus del Ébola (por suerte, parece ser que solo uno de ellos lo tiene) para tratarlos, y saltan los de siempre haciendo gala de su infinita humanidad y respeto por los demás. (Sí, es una ironía. Lo aclaro por si alguien lo pueda dudar).
Por supuesto, nadie me lo puede negar, la polémica se ha creado porque el repatriado es un religioso.
Esa gente que de repente es experta en epidemias dice que han traído la muerte a casa; que a quién se le ocurre traer al portador de una enfermedad mortal y altamente infecciosa a España para crear, al parecer es lo que piensan estos expertos, una pandemia que, cuanto menos, va a matar a la mitad de la población española. Vamos, una irresponsabilidad que debería llevar a la cárcel a quienes la han perpetrado.
Si hubiesen, simplemente, tecleado en Google «cómo se transmite el Ébola», se habrían evitado hacer el ridículo espantoso que muchos están haciendo.
Pero claro, después de esta muestra de estupidez por parte de estos personajillos que tratan de crear alarma social, aún hay gente que va más allá: «¿quién paga esto?» «¿Por qué a ellos sí y a los demás no?» «¿Por qué no, en lugar de traerlos aquí, se les envían los medios a Liberia, donde estaban, y se les trata allí?» Como se ve, todo muy humanitario.
Estamos tratando de esquilmar ayuda a una persona que lleva 50 años en África, trabajando con los más desfavorecidos, los enfermos, los pobres, los moribundos…, esos a los que ningún país del mundo asiste porque parece que no existen, estamos tratando de negarle la ayuda, decía, simplemente (lo repito de nuevo y nadie me va a hacer dudar de esto) porque es un religioso.
¿Y quién lo paga? Por supuesto, nosotros. ¿Quién si no? ¿Cuántos rescates de montañeros de vacaciones que se han perdido hemos pagado y no hemos dicho nada? ¿Cuántos españoles se han repatriado ya desde Libia, o se está apunto de repatriar desde Gaza (eso parece que nadie lo contabiliza) desde que empezaron los conflictos en ambos países? ¿A cuántos de esos repatriados se les va a pasar la cuenta del viaje y los dispositivos que se han tenido que poner en marcha para traerlos a casa? Pero claro, al religioso que, insensato de él, ayudando a otros, se le ha ocurrido pillar un virus mortal, a ése, hay que, o abandonarlo a su suerte o cobrarle los gastos. Todo muy humanitario, sí señor.
¿Más? Tratarlo allí y así aprovechar para tratar a más gente. ¿En serio? ¿En un lugar donde no hay infraestructuras, ni hospitales mínimamente equipados, ni gente especializada? ¿Alguno de los que piensa esto dejaría a sus padres allí con la excusa de «no te preocupes, que están mandando lo necesario a África para que puedan tratarte alli»? (Sé que alguno dirá que sí, que por supuesto, con tal de no reconocer su cerrazón y sus odios internos).
Que se manden, por supuesto y cuanto antes, todos los medios, materiales y personal necesario a África para tratar de atajar esta y cualquier otra epidemia que amenace la vida de cualquier persona, pero no seamos demagogos.
La orden de San Juan de Dios (que es a la que pertenece el religioso repatriado) ya ha dicho que si hay que correr con los gastos, ellos lo harán, pero resulta tan patético que alguien se haya, siquiera remotamente, planteado cobrarles, que da hasta vergüenza. Porque esta orden y bastantes religiosos más, siguen teniendo presencia allí, rodeados de gente con el virus, tratando de ayudar en la medida de sus posibilidades a aquellos que lo necesitan. Claro, son religiosos, no son imprescindibles ni noticiables, por más que se estén dejando la vida en lugares donde, esos que los abandonarían o les cobrarían, serían incapaces siquiera de acercarse.
Por mucho que algunos no quieran reconocerlo, allí donde hay conflictos, epidemias o gente deshauciada por esta sociedad nuestra del mal llamado primer mundo, los últimos que se van siempre son los cooperantes y los religiosos. Incluso cuando los cooperantes han tenido que irse en contra de su voluntad, quedan los religiosos. Para que algunos digan las tonterías que dicen.
Lo que es muy triste, más que todo esto, es que tengan que infectarse europeos o americanos con este virus, para que el mundo gire un poco la cabeza hacia África y se dé cuenta de que allí muere gente todos los días por cosas que nosotros tenemos más que superadas desde hace muchas décadas. Eso es lo realmente triste: que los que mandan tengan que sentir un golpe en sus propios rostros para darse cuenta de que hay muchos seres humanos que viven en la más absoluta miseria y mueren en el más deleznable de los silencios e indiferencia.