2016

La parábola del partidillo en el recreo

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¿Me eligirá alguien esta vez?

Érase un niño gordito al que los profesores habían encargado el balón de la clase durante los recreos.

Una mañana, cuando salieron todos al patio para jugar el habitual partidillo, los cabecillas ya se habían repartido, antes de salir, a la mayoría de los que sabían jugar al fútbol, y solo quedaban los lentos, los torpes y el gordito encargado del balón (vamos, los de siempre). Ninguno de los dos quería tenerlo en su equipo porque pensaban que perderían el partido con él en sus filas, y todos sabemos lo importante que es ganar el partidillo de los veinte minutos de recreo, porque eso te da la posibilidad de meterte con los perdedores hasta el final de las clases de ese día. (Y yo que siempre he pensado que los gorditos son los que mejor toque de balón y visión del juego tienen…, pero eso no forma parte de la parábola).

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Todos sabían siempre con quién iban

Los cabecillas de la clase se peleaban entre ellos por ver quién tenía que elegir al gordito.

– Tienes que elegirlo tú. Te toca a ti.

– No, te toca a ti, que tienes uno menos porque se te ha ido alguien al servicio.

– Pero te toca elegir a ti. ¿No ves que si no lo eliges no podemos jugar?

– Tú tienes uno menos. Es tuyo.

– Yo no lo quiero. Es tuyo.


Y mientras, el gordito, pacientemente, se comía su bocata de Nocilla, sabiendo que él tenía el balón y que, lo eligiera quien lo eligiera, apenas iba a tocarlo, porque ya sabemos que los buenos son bastante chupones y casi nunca centran el balón a nadie, a menos que sea otro bueno, cuando juegan en el recreo.

Poco a poco todos se iban cansando, pensando que los cabecillas eran idiotas porque parecía que no querían jugar al fútbol y solo se preocupaban por quién de los dos tendría más posibilidades de ganar quitándose de en medio al gordito.

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De vuelta a clase.

…y entonces sonó la campana: se acabó el recreo. Había que volver a clase y ni siquiera habían dado una pequeñita carrera detrás de la pelota. Conforme iban pasando cerca de los cabecillas, los integrantes de sus propios equipos les recriminaban la pérdida de tiempo:

– Sois idiotas.

– Hemos perdido otra vez el recreo por vuestra culpa.

– A la próxima elegimos nosotros y os quedáis fuera, porque sois tontos.

Los cabecillas se miraban, sonriendo: ninguno de los dos había perdido el partido. Habían conseguido dejar sin diversión a todos los demás, pero su ego estaba a salvo. Y entraron de nuevo en clase, sin haber sudado un milígramo, pero habiendo sido el centro de atención de todos durante un buen rato.

…y así, queridos amigos, es como veo yo el actual estado de la situación en la que nos tienen nuestros políticos, y el sinsentido de que quienes no son capaces, por egocéntricos y cabezones, de sacarnos de este embrollo, sigan cobrando de nuestros impuestos. Que cada cual asigne el personaje que quiera al político que mejor le plazca. Yo, por mi parte, tengo claro los roles.

2016

…para empezar

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Ya que el 2016 ha empezado a caminar, y después de haber dado por finalizadas las fechas navideñas por mi parte, solo por coger algo de carrerilla, diré lo que opino, sucintamente, sobre algunas de las cosas de las que he estado, pacientemente, leyendo estos días.

1. Me importa más bien poco si en las cabalgatas, los que representan a los Reyes Magos son hombres, mujeres, blancos pintados de negro, negros pintados de blanco, amarillos, rubios, sevillistas, madridistas o béticos. Me es indiferente siempre que se respete el fondo de la tradición: tres Reyes Magos, con sus nombres concretos. Lo de «Melchora, Gaspara y Baltasara» me parece una falta de respeto y un dislate mayúsculo.
Está muy bien que Carmena quiera luchar  por la igualdad entre hombres y mujeres, pero no adulterando tradiciones con fines partidistas o políticos. Es como querer dar publicidad al gazpacho mostrando una tortilla de patatas; aún poniéndole encima un letrero que diga «gazpacho».

Por cierto, una opinión personal: los trajes de los Reyes Magos de Madrid eran feos. Muy feos.

2. Tendemos a la globalización, pero resulta que unos cuantos locos se empeñan en ser «una pequeña aldea gala» dentro de España.

2016construirmuroCataluña es parte de España. Jamás podrá ser independiente a menos que TODOS los españoles queramos. Porque Cataluña también es mía, igual que Andalucía es de los catalanes. Al territorio catalán han ido parte de mis impuestos, igual que al andaluz, al castellano, al gallego… Algún derecho a decidir tendré sobre eso que he estado pagando. Pongamos un ejemplo claro: yo no me independizo de mis padres tapiando mi habitación; lo hago yéndome de su casa.

3. Gobernabilidad. Esa palabra que se esgrime mucho últimamente en todas las tertulias políticas. Mientras en España los partidos y nosotros, los españoles, no dejemos de ser sectarios, que lo somos y mucho, España será ingobernable. Porque JAMÁS se pondrán de acuerdo unos y otros. La derecha tiene complejos, la izquierda se cree superior moralmente, el centro espera porque tampoco tiene fuerza para hacer nada, y mientras, parece de risa que se celebren unas elecciones y no haya gobierno en tres meses. Eso sí, sus señorías reciben sus emolumentos  regular y puntualmente. Por mi parte, yo, les retiraba el sueldo, las dietas, los despachos, los coches y todos los privilegios mientras no formen gobierno. ¿Tres meses? Pues tres meses sin cobrar. Ya verás lo rápido que se ponen de acuerdo.

davidbowie4. Y hoy ha muerto David Bowie. Personalmente, no lo escuchaba. Su música no es de mi estilo. Hoy todos lo conocían perfectamente, eran seguidores de su trabajo y admiradores de su eclecticismo. Como decía alguien, «en España matamos muy bien», aunque supogo que es algo extensible a todo ser humano. Sí tengo claro que se ha ido otro icono más de la música mundial, y van quedando menos. Las nuevas generaciones lo tendrán complicado para igualar o acercarse a estos creadores, porque ahora el arte se concibe para ser efímero, para usar, tirar y crear otra cosa. Alguien a quien sigo en Facebook ha escrito unas palabras de su canción Space Oddity que yo le deseo: «Control de tierra llamando al mayor Tom, comenzando cuenta atrás, motores encendidos, compruebe ignición y que el amor de Dios esté con usted». D. E. P.

2015

Cuando los políticos no mienten. Versión original.

Sé que me voy a meter en un barrizal, pero tengo la ducha cerca, así que me puedo salpicar lo que quiera.

carmena1¿Qué pienso sobre eso de que un ayuntamiento abra una web en la que desmienta lo que crea que tiene que desmentir sobre las noticias que dan los medios de comunicación? Pues, para ser sincero (y espero que no hagan un desmentido de esto en el «blog de la verdad«), tengo sentimientos encontrados; a favor y en contra.

Por un lado me parece bien que se examinen las noticias que dan los periodistas y se les saquen los colores de una vez; que no se sientan protegidos para mentir, falsear o manipular los hechos según les convenga. Pero por otro lado, ¿por qué un ayuntamiento debe estar vigilando lo que hace el periodismo? Que remitan a las declaraciones, las ruedas de prensa, los comunicados oficiales…, porque eso de estar midiendo con lupa a la prensa, por muy malévola que esta sea (y en España lo es), por mucho que digan, es bastante de regímenes totalitarios.

Según la visión de quien crea esta página, los periodistas pueden mentir, tergiversar o manipular sus informaciones, y estoy de acuerdo, pero ¿por qué tengo que creer a un político y lo que su grupo escriba en un blog por mucho que se llame «…en versión original«? ¿Me aseguran que lo que va a aparecer ahí es la absoluta realidad o más bien la parte objetiva según su punto de vista de las cosas? ¿Los políticos españoles no mienten, no falsean los datos, no subjetivizan la realidad?

A fecha de hoy, en dicho blog, solo hay cinco entradas. Leídas todas, sigo pensando que son interpretaciones que se dan a cuestiones que plantean los medios de comunicación. Los políticos son expertos en convencerte de que lo que vale es lo que dicen ellos y no la opinión de los demás; algunos lo hacen mejor que otros, y tengo muy claro que en España hay políticos que manejan las redes sociales de forma totalmente artística. También soy consciente de que hay un periodismo que cada vez es más  de forofos que de periodistas. Profesionales que más bien parecen hinchas de su propio equipo que gestores e informadores veraces de la realidad.

En el propio blog encuentro esta definición:

carmena2Esta web, creada por la Dirección General de Comunicación del Ayuntamiento de Madrid, permite a la ciudadanía y a los medios de comunicación encontrar la información original que dio lugar a una noticia que en su recorrido se ha modificado y contiene afirmaciones inexactas o matizables. Se trata de una web basada en datos contrastables y oficiales y por este motivo no está abierta a comentarios ni es un espacio de debate.

Lo que me chirría es la última parte: está basada en datos «contrastables y oficiales«... Entonces, si son contrastables y oficiales, ¿qué necesidad hay de volver a repetirlos en un blog? ¿No se puede remitir a la gente a esos datos oficiales y contrastables? ¿O es que creen que los ciudadanos no somos capaces de encontrar la información que nos interesa de las propias fuentes? Claro que en un país en el que Mamá Estado nos sobreprotege recordándonos que cuando hace calor hay que huír del sol, ponerse ropa fresca y beber mucho líquido, como si fuésemos tontos y no supiéramos que eso es lo que pasa siempre en verano, es normal que nos quieran dar las cosas mascaditas. Al ciudadano, cuanto menos se le haga pensar y crearse criterios propios, mejor.

Por no alargar esto más, sé que los que estáis a favor de la web me diréis que soy un demagogo al hacer esta pregunta, pero: ¿qué hubiérais pensado si a la que se le ocurre abrir un blog para desmentir informaciones de periodistas hubiese sido Esperanza Aguirre? Yo os lo digo: «fascista, facha o contraria a la libertad de expresión» es lo más suave que hubiese salido de vuestras plumas, vuestros tuíts o vuestras mentes.

En España hay que revisar y arreglar muchas cosas, pero lo más urgente a reparar somos nosotros mismos con nuestras fobias y odios. Luego ya nos ocuparemos de nuestros políticos y nuestros periodistas.

2015

Pitos y flautas

copadelreyPues se lió parda, como era de esperar.

El rey se puso firme, miró al infinito, todos los demás le imitaron y a Artur Mas se le vino entonces a la cabeza un chiste que Felipe VI le había contado unos minutos antes, mientras esperaban el momento para entrar al estadio.

Y sonó el himno…, y parece que a algunos no les gustó cómo sonaba, y protestaron.

Tal vez no les llegaba el sonido alto y claro a sus asientos, como seguro que le llegaba a Su Majestad y a las autoridades al palco, e hicieron lo que hubiésemos hecho cualquiera de nosotros: avisar.

También puede ser que hubiese mucho sordo en el Camp Nou; normal. Los recortes en sanidad habrán afectado a las revisiones de oídos que todos deberíamos hacernos de vez en cuando, tal y como nos aconseja el gran Imanol Arias de la mano de sus amigos de «Gaaaaaaaes».

Como nuestra Constitución nos da derecho a protestar pero no nos dice cómo, ni dónde, ni cuándo…, pues la gente protesta en el primer sitio que pilla. Oye, pero pitarle a un himno… ¿Qué culpa tendrá el pobre himno? Supongo que su compositor se revolvería en su tumba y pensaría: «la de horas que me he pasao componiéndolo para que estos que han crecido oyendo el reguetón ése, a Pablo Alborán o a Shakira, me lo piten«. Y yo creo que algo de razón sí que tendría el buen hombre.

Como nuestra Constitución tampoco aclara mucho lo de la libertad de expresión y respetar las cosas de los otros , pues la gente se hace un lío. Pero voy a decir algo: ¡mira que queda feo y desafinado cuando un montón de gente pita y silba a su antojo! Podrían haber ensayado algo, todos al unísono, que hubiera quedado muy bien en televisión, además. O esperar a que acabara el himno y silbar otra cosa luego, para diferenciar. Porque lo de hacer ruído por encima de una canción que suena de fondo…; es como si yo me voy a una discoteca para protestar porque no me gusta la música disco, o la tecno, y me pongo en el centro de la pista a cantar a voz en grito una canción de Álex Ubago. La gente me miraría como si estuviese loco, y yo pensaría: «¿qué pasa? Tengo libertad de expresión y ni me gusta «La gasolina» ni el «Dale Don dale». ¡Edurne al poder!»…, por ejemplo. Pero no quedaría elegante.

pitosyflautasOtra opción hubiera sido haber hecho la protesta a la japonesa: no me gusta el himno, pues me paso tarareándolo todo el partido. O si quieres que quede bonita del todo la protesta, te llevas la flauta del cole de tu hijo, y tocas el himno con ella. ¿Que es cansado? Pues sí, pero seguramente hubiera habido otro tipo de debate estos días. ¿Cuál es el problema? El bocadillo de la mitad. Pero se pueden hacer turnos: los de gol norte van a por los bocatas mientras los de gol sur siguen tarareando o tocando o silbando, y cuando vuelvan, se hace al revés. Y todo solucionado. Ahí tienes himno para hartarte, y no le hacemos un feo al pobre compositor, que no tiene culpa de nada.

Si se hacen las cosas, hay que hacerlas bien, si no, pasa lo que muchos han estado diciendo: se habla más de los pitos y los silbidos que del partido en sí. Y tienen razón. Pero yo creo que la culpa de todo la han tenido los silbadores: ¡¡haber ensayao en casa algo original antes, no estas improvisaciones que quedan tan feas!!


*NOTA POST-ENTRADA (vamos, después de escribirlo todo): ahora resulta que lo de la huelga a la japonesa es una leyenda urbana (Wikipedia dixit). Otro mito que se cae. Si es que en este país no ganamos para disgustos…

2015

La fiesta de la democracia

Pues ya tenemos aquí el día que tantos esparábamos: 24 de mayo, el día en el que, por fin, se acaba la campaña electoral.

Porque no sé vosotros, pero yo estaba ya cansado de tanto mensaje político, tanta discusión de bar para ver quién es más corrupto o quién será el siguiente que nos meterá la mano en el bolsillo…

Tenemos en España tan poca cultura democrática y tantas particiones dentro de nosotros mismos, que confundimos las elecciones autonómicas y las municipales con las generales. Se nos olvida que cuantas más elecciones tengamos para participar, a más gente tendremos que pagar luego con nuestros impuestos y nuestros escuchimizados sueldos. Y luego quieren que los jóvenes se independicen, que se formen, que las familias levanten el consumo del país…

fiestademocraciaY encima le llaman «la fiesta de la democracia».  Por supuesto que es una fiesta, pero para los que salen elegidos, porque ya tienen su «sueldecillo» (todavía hay majaderos por ahí que dicen que nuestros políticos cobran poco. Claro que los que dicen eso, por lo general, son gente que tienen su vida resuelta o un sueldo que no ganaría ninguno de nosotros en treinta años trabajando), ya tienen su «sueldecillo», decía, asegurado.

La fiesta de la democracia será cuando en España no haya personas pasando hambre, no haya gente que no tenga cubiertas sus necesidades básicas, tengamos una educación digna y a la altura de nuestro talento, no tengamos gente muriéndose en los hospitales por falta de recursos o en la calle por falta de techo… Cuando eso ocurra, entonces las elecciones sí serán una fiesta, porque podremos ir a las urnas contentos de premiar a quien lo ha hecho bien, no para castigar a quien nos ha engañado.

2015

No creo en la igualdad

iguales…me parecía que debía asentar las bases de esto desde el principio, desde el título.

Es cierto, no creo en la igualdad. No creo que mujeres y hombres seamos iguales.  Es más, doy gracias porque no lo somos.

Hace años, en el instituto, los alumnos editábamos una revista bastante humilde, pero muy divertida, con artículos, tiras cómicas, entrevistas, noticias, horóscopos… (hubo una época en la que alumnos y profesores convivíamos perfectamente, aunque nadie ya se lo crea), en la que escribí un artículo de humor titulado «Manifiesto machista». Por aquella época ya empezaban a machacarnos los biempensantes con eso de la «igualdad», y yo, que seguía pensando lo mismo que pienso hoy, en ese manifiesto, mantenía que si las mujeres querían igualdad, hiciesen el test de Cooper con las mismas exigencias que nosotros; que lanzaran el balón medicinal a la misma distancia mínima que nos pedían a los chicos; que en las olimpiadas compitiesen juntos hombres y mujeres…, a ver qué pasaba. Por supuesto no era más que comedia; una ironía que venía a decir lo que escribo en el título: no creo en la igualdad, porque no somos iguales.

Si quieres que luche del lado de las mujeres para que tengan los mismos derechos sociales que los hombres, me tendrás el primero con la pancarta o la espada si hace falta. Pero el uso torticero de la palabra igualdad, a veces, resulta tan indignante y tan burdo, que da hasta un poco de grima.

Violencia es violencia. El concepto «violencia de género» es una prostitución del lenguaje. ¿Acaso un hombre debe tener más pena por agredir a una mujer que una mujer por agredir a un hombre? Si la respuesta es que sí, la siguiente pregunta sería, ¿por qué? Si somos iguales para los derechos, ¿por qué no para los deberes?

En este tema hay muchos matices, muchos grises entre lo blanco y lo negro, pero la idea principal es esta: gracias a Dios, no somos iguales. Sí debemos crear una sociedad en la que los derechos de unos y otros no diferencien el sexo de quien los reclame, pero, por favor, ya basta de hacer un uso sectario y partidista de la violencia, que da bastante asco que haya gente queriendo apuntarse tantos como defensores de no se sabe qué a costa de muertes y situaciones que no deberían tener cabida en una sociedad del siglo XXI.

…y sé que hay mucho que hablar, (yo al menos tengo mucho que decir) sobre este tema, pero lo haré más adelante. Ahora, voy a cenar, que ya es hora.

2015

Vanitas vanitatum

Lo he oído esta mañana en la radio. Alguien decía que nos pierde la vanidad, y es cierto. Sentimos la extraña necesidad de mostrarnos a los demás, de ser aceptados, de que nos halaguen…

Se nota, sobre todo, en la cantidad de veces que nos hacemos fotos en las mismas posturas para seleccionar la que más nos guste, o sea, en la que consideramos que salimos mejor. Miramos un millón de veces los comentarios que nos dejan en las redes sociales cuando colgamos algún «posado», y esperamos ansiosos que nos regalen el oído, que nos digan lo guapos que salimos, lo bien que se nos ve…

Y a los políticos les ocurre lo mismo: necesitan «salir en la foto» como sea. Aunque en el fondo sepan que esa foto se puede volver en su contra con el tiempo; pero la memoria es corta y muy selectiva, así que esperan que, en el momento, la foto sea provechosa para sus intereses.

vanitasAl ministro Varufakis le ha traicionado su vanidad. Nos muestra, muy sonriente, su hogar, a su esposa, su biblioteca, su piano, las vistas desde su terraza… Estoy seguro de que todo lo habrá ganado con su esfuerzo y su trabajo, pero, ¿era necesario que lo mostrase? ¿No era consciente de que podría generar suspicacias el que alguien como él enseñase esas cosas que pertenecen a su intimidad? Y sé que algunos me dirán que está en su derecho de enseñar lo que quiera de su vida, y tendrán razón. Pero mis preguntas siguen siendo las mismas: ¿Para qué? ¿Qué necesidad había? ¿Qué le aporta a él enseñar esas cosas? Es más, ¿qué le aporta a la sociedad?

Y me refiero al ministro griego porque es algo de estos momentos, pero podría hablar de todos y cada uno de nuestros políticos…, y de nosotros mismos: nos pierde la vanidad, y eso es un hecho que cada cual puede comprobar por sí mismo cada vez que cuelga en Facebook, por ejemplo, una foto.

…y por eso, también, tenemos esos programas y esas publicaciones basura en los que la gente muestra sin ningún pudor ni rubor sus intimidades, sus desnudeces.

Una sociedad que vive de la imagen suele engendrar monstruos egocéntricos y deprimidos crónicos a partes iguales. Hay que tener en cuenta que, en cierto sentido, fue la vanidad la que nos echó del Paraíso.