El ala oeste de la Casa Blanca

Me encanta esta serie. Creo que es la mejor serie para televisión que se ha hecho en décadas. Seguramente muchos me dirían que es una americanada; pues lo siento, me fascina esta americanada. Sus personajes, sus guiones, sus actores… Todo tiene frescura, está tratado con elegancia, seriedad, humor (que son cosas que no tienen porqué estar separadas). Reconozco que lloro con cierta facilidad en el cine por cosas a veces tontas, o por momentos o escenas que pueden parecer intrascendentes; incluso por escenas que pueden repetirse hasta la saciedad en muchísimas películas. También tengo que reconocer que no lloré con Los Puentes de Madison (esa peli con la que todos los tíos que se la quieren dar de sensibles dicen que han llorado), o con Titanic, al menos no en la escena donde todo el mundo dice que llora. En El Ala Oeste de la Casa Blanca me ocurre con una sola frase (lo digo recordando un sólo momento, porque hay muchos más, que he vuelto a ver hace poco): «¿Qué más?». ¿Estúpido? Supongo que suena así sin el contexto. Para quien sienta curiosidad, todo ocurre en los dos primeros capítulos de la segunda temporada de la serie.

Si alguien me preguntase por las series que me gustan tal vez diría muchísimas. Las que creo mejores, diría que en plan comedia, Friends, sin dudarlo; en plan dramática, El Ala Oeste de la Casa Blanca. ¿Una americanada? Puede ser ¿y qué? Yo sólo me guío por lo que me gusta, me da igual su nacionalidad. ¿Qué más?

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