Una de piratas (oníricos)

Tengo una extraña peculiaridad que supongo que comparto con mucha gente, pero no he podido comprobarlo: a veces sueño historias completas, con su princicpio, su final, y su perfecto guión (onírico, por supuesto, pero con sentido). A menudo recuerdo perfectamente estos sueños. Esta noche, sin ir más lejos, se ha llevado la palma: mi sueño ha sido de piratas, que por cierto me encantan. Piratas con barco, capitán al que todos querían, piratas buenos (era un sueño y yo era el protagonista, aunque no el capitán), abordajes con cañones, sables, garfios etc., pero sin muertos y amistoso al final…

Ése ha sido mi primer sueño. Porque a media noche la naturaleza me llamaba y tuve que levantarme. Por supuesto, volví a la cama (qué bien sienta, por cierto, levantarte a media noche y poder volver luego a sentir la sábana de la cama sobre ti…). Y hubo un segundo sueño: ¡¡la segunda parte de mi historia de piratas!! Esta vez el barco era el mismo pero de un material extraño (soy consciente de que en el sueño el Capitán decía su nombre, pero no soy capaz de hacer a mi cerebro que lo recuerde), casi irrompible. Una de sus características era que se autorreparaba, y otra consistía en hacerse invisible la zona del barco donde no había nadie. ¿Peculiar? Pues sí, era un sueño.

Por supuesto, en la segunda parte había historia de amor (en esta sí era yo el protagonista), un embarque acelerado al principio por una extraña persecución de otros piratas con los que luchábamos, una llegada del barco al patio de un colegio para atracar y reponer provisiones, una huída acelerada de ese patio en la que, por supuesto, yo me quedo retrasado, con lo que los «malos» me pillan y tengo que luchar contra ellos…, eso sí, sólo con amenazas, y sólo con uno cuerpo a cuerpo ¡¡a tartazos!! Al final, por supuesto, venzo, pero dejo que el vencido me estampe su tarta de cumpleaños en la cabeza.

Claro, ¿qué ocurre? De repente recuerdo que los míos estaban apunto de zarpar, y tengo que atravesar el colegio para llegar al barco (los detalles de ese atravesar el colegio los obvio, pero están en mi cabeza tan nítidos que podría describirlos con detalle), y cuando llego a la habitación desde la que, por una ventana se ve el mar y el lugar donde mi barco está atracado, puedo contemplar como éste ha iniciado su marcha y como, de repente, empieza a elevarse y volar…

¿Es el final? ¡¡No!! En escasos segundos, el barco se desploma de nuevo sobre el agua, y contemplo una extraña red que lo rodea y una luz no menos extraña en el cielo. Una enorme nave espacial había apresado mi barco con toda su tripulación dentro. Mis amigos saltaban desde el barco hasta el mar, pero ya estaban apresados en la red y la nave espacial comenzaba a elevarse con ellos dentro. Por supuesto, había que rescatarlos, ¿y quién iba a hacerlo? Yo, con mis nuevos amigos, los piratas de las amenazas y, por supuesto, el de los tartazos… Y ahí acabó todo.

Mis sueños son tan cinematográficos que incluso las segundas partes acaban dando pie a poder soñar una tercera. Si alguna vez consigo soñarla, me comprometo a contarlo.

Por cierto, Ángel Macías, tú también salías en la segunda parte de mi sueño…, pero tu papel me lo reservo para cuando te lo cuente cara a cara delante de unas cervezas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *