Me hago… sabio

Otro año más. De nuevo, el 12 de diciembre, me ataca por la espalda y me recuerda que tengo que sacar provecho de cada segundo; que luego se pasa el tiempo y te quedan muchas cosas por hacer.

Pensaba que había escrito en esta web en cada uno de mis cumpleaños desde que la creé, pero parece que no. Hace tres años que no escribo nada. Tampoco es que tenga cosas interesantes que decir, porque siempre digo lo mismo: me encanta la gente de la que me rodeo. Tengo suerte, lo reconozco.

En este día suelo acordarme de la gente que no está. Sé que muchos lo hacen en Navidad. Yo lo hago el día de mi cumpleaños, porque sobre todo, sobre todo, sobre todo, a pesar de los muchos años que hace que no está conmigo, hecho de menos los besos mojados de mi abuela. Esos besos largos, cálidos, seguidos… y esos achuchones. Por supuesto hecho de menos a mucha más gente que ya no está, pero tengo la suerte (yo pienso que es una suerte) de creer en eso que llaman el Cielo, y sé que hay muchas personas allí arriba que me quieren y que me cuidan. Gente que ya hacía eso mismo aquí abajo, pero que desde arriba, con una perspectiva mejor, lo hacen de una forma más cariñosa.

Lo siento. Es lo que pienso, lo que siento y lo que creo. Por eso he titulado esta entrada como lo he hecho: porque la edad (sí, ya tengo una edad que me permite decir ciertas cosas con perspectiva) me está enseñando, cada vez más, a saber distinguir lo importante de lo que no lo es. Y para mí, lo importante, siempre está por dentro, en el alma de cada uno. Y sí, me he puesto demasiado filosófico. Lo siento.

¿Una anécdota? Hoy es lunes, he trabajado, y la última llamada que he cogido era de un tipo que, según decía, necesitaba la línea de internet porque tenía pendiente unas transacciones por valor de 4 millones de euros…, sí, habéis leído bien: ¡¡4 millones!! y, aparte, necesitaba mandar por e-mail, a italia, ¡¡los planos del Ferrari del año que viene!! Sí, decía que trabajaba en Ferrari y que en su ordenador tenía los planos del coche de Ferrari para el año que viene. Yo no voy a hacer juicios de valor… por ahora. Mi espíritu de maruja, seguramente mañana, salga a relucir en el trabajo. Ya veremos.

Para acabar, a todos los que ahora estáis en mi vida, a los que habéis estado alguna vez, a los que estaréis por si se me olvida decíroslo en su momento… GRACIAS por todo lo que me aportáis, pero sobre todo, por existir en mi camino.

¿Nos vemos en los bares? Sí, ¿no?

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