Sí, hemos vuelto a la carretera. Esta vez he tenido compañía: mi hermano.
He recordado lo mucho que me gusta hacer kilómetros en bicicleta, por carretera, con el aire en la cara y esa sensación de libertad que se respira sobre el sillín, pedaleando.
Es cierto que no hemos ido ni muy lejos ni muy rápido, porque la inactividad se nota muchísimo y, para qué negarlo, estamos hechos polvo y faltos de muchas horas sobre la bicicleta.
Éso sí, ya me he propuesto un reto: para el año que viene por estas fechas pretendo coger mi coche (es otro de los retos que espero atacar en un par de semanas) e irme a la sierra de Cádiz, a subir puertos.
¿Seré capaz? Pues no lo sé, pero si no me lo planteo al menos, nunca me voy a poner a intentarlo, ¿no?