Hace algunas horas, un amigo me ha escrito en Facebook: «Lo tuyo es raro, porque te gusta el Sevilla pero no te gusta to lo que rodea al fútbol o eso entiendo yo«.
Y sí, ha acertado de pleno.
Soy sevillista desde que tengo uso de razón…, incluso desde antes, porque lo he vivido desde pequeñito. Mi abuelo era sevillista de los que, siempre lo cuento, ayudaron con su sueldo, aportando lo que podía, a construir el estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Él era anti bético a su forma: nunca entró nada en su casa que fuese de color verde o que, aunque fuese de lejos, lo pareciese.
Mi padre, por su lado, me enseñó a respetar a todo el mundo; a saber que cada cual es libre de creer, entender u opinar lo que sea, siempre y cuando sea respetuoso con los demás.
…y esa mezcla de sentimientos y enseñanzas es lo que siempre ha marcado mi forma de ver las cosas. Por eso soy sevillista y por eso no me gusta nada todo lo que rodea al fútbol. Porque opino que, ahora mismo, el único fútbol de verdad que existe en el mundo, es el que se parece al de las fotos: el que juegan los niños para divertirse, para salir de la monotonía, tal vez para competir, sí, pero sin ánimo de revanchas, venganzas ni animadversión alguna hacia los rivales.
¿Porqué no me gusta lo que rodea al fútbol? Anoche el Sevilla se clasificó para la final de la Liga Europea ganando in extremis a un Valencia que se mereció vencer hasta los últimos quince minutos. Ahí fue cuando TODOS LOS EQUIPOS corroboran siempre lo que opino de «ese fútbol»: que es el deporte más antideportivo que existe.
Lesiones simuladas, balones que se lanzan al campo mientras se juega con otro, pérdidas de tiempo exageradas, discusiones… Y en las gradas no es mucho mejor: insultos, vejaciones, agresiones, racismo… ¿Y aún me siguen preguntando porqué no me gusta lo que rodea al fútbol?
Porque el que insulta a un árbitro desde la grada, probablemente, sea un padre de familia que regaña a sus hijos cuando dicen palabrotas en las reuniones familiares y la abuela se escandaliza. Porque quien llama «negro hijo de puta» a un jugador rival, simplemente porque su equipo ha perdido, probablemente pueda ser alguien con una carrera universitaria y formación suficiente como para ejercer dignamente una profesión…
Y no entro en esos grupos de descerebrados que se dedican a citarse con otros descerebrados para pelearse con la excusa de defender unos colores.
Lo siento, pero no es que no me guste, es que me da asco.
Puedo entender los sentimientos que el fútbol, un club, unos colores, pueden acarrear. Puedo entender que haya gente que se desviva por un escudo, por unos jugadores… Puedo entenderlo, pero jamás aceptaré los insultos al contrario, las trampas, la politización, las bromas de mal gusto, el racismo, la falta de educación y respeto… que el fútbol lleva consigo.
Mi abuelo era anti bético, pero jamás le oí insultar a un bético, ni gritarle a un árbitro, ni desear nada malo al contrario, salvo que perdiese contra su Sevilla.
¿Porqué perdió el Valencia ayer la eliminatoria? Porque a falta de quince minutos para acabar el partido, creyeron que ya estaba todo hecho. Porque trataron de que nada ocurriese, que no se jugase, que el balón rodase lo menos posible. Y cuando el Sevilla, tirando de fe y ganas, metió el gol, los valencianistas se hundieron. Aún quedaba tiempo suficiente para una última jugada; una jugada que podría, tal vez, haber acabado con otro gol del Valencia… Pero estaban tan seguros de tenerlo todo cerrado a su favor, que cuando recibieron el gol, todo su castillo de naipes se derrumbó, y no fueron capaces de seguir jugando lo que restaba. Se olvidaron de que el partido no acaba hasta que el árbitro no pita el final. Se olvidaron de que hasta finales se han ganado metiendo dos goles en los dos últimos minutos. Se olvidaron de competir.
Y después vinieron los insultos, las peleas, el odio desatado contra un sueño que se hace añicos en tus propias narices, la rabia de quien siente que le han arrebatado algo que creía que le pertenecía antes de haberlo merecido del todo…
Solo tenéis que leer Twitter y, si tenéis un poco de sentido común, me daréis la razón y entenderéis porqué no me gusta todo lo que rodea al fútbol.