Tengo la manía de hacerle fotos a los aviones en los que voy a volar. Supongo que es por si se caen, para que, al menos, quede un recuerdo de cómo eran antes de aterrizar de forma repentina...

Este fue mi vuelo. Salí de Sevilla el día 1 a eso de las 14'40h. Si alguien os dice, por cierto, que para ir a Londres no os hace falta el pasaporte..., es cierto, pero no le creáis. No tiene sentido, lo sé, pero reconozco que habérmelo sacado el día antes me libró de algún pequeño lío en el aeropuerto.

Al salir de Sevilla hacía ese sol que se puede ver. Un tiempo más de verano que de primavera.

Tengo otra manía en los vuelos: hacer alguna foto del interior del avión. Supongo que es por si se cae, para que, al menos, quede... ya lo he dicho antes.

Fue un viaje cómodo. El chófer (el piloto, vale) nos iba diciendo cosas por megafonía. ¡Un tío enrrollao, sí señor! Nos decía que volábamos a unos 10 kilómetros del suelo, que saldríamos de España por Bilbao y que al llegar a Londres nos esperaba una "ligera lluvia" (fueron sus palabras textuales).

Este es el cielo que sobrevolábamos al acercarnos a Londres:

Desde el aerouerto de Hethrow hasta Londres hay 32 kilómetros. Al bajar del avión nos recibió, efectivamente, una "ligera lluvia"; nada desagradable para caminar. El Heathrow Express es un tren de alta velocidad que lleva desde el aeropuerto hasta Londres de forma directa. Por supuesto fue lo que pensé usar para llegar a mi destino. Y por supuesto, gracias a mi dominio del idioma de Shakespeare me metí en un tren que iba a Londres, pero no precisamente de forma directa... El caso es que el traslado que debía durar 15 minutos se transformó en uno de 45, parando en varias estaciones.

Y al llegar a la estación, cercana al centro de Londres, la "ligera lluvia" se había transformado en lo que llamamos un chaparrón de tres mil pares...

 

Pero después de andar bajo la lluvia, refugiarme en porches de casas, edificios, etcétera durante un par de horas, decirle a una inglesa que "A little of water is good" y empaparme bajo la "pequeña lluvia" con que me recibió Londres, llegué a mi hotel. Allí entregué el papel de la reserva y el recepcionista comenzó a explicarme cosas que yo no entendía, a pedirme mis datos y darme indicaciones..., hasta que me preguntó si venía de España, a lo que yo contesté "yes" en perfecto inglés británco. Él me contestó con una frase que guardaré para siempre en mi corazón: "I'm from Colombia". Por supuesto, mi respuesta inmediata fue: "¿y qué hacemos hablando en inglés?"

Después de darme las últimas instrucciones en español, un idioma en el que me defiendo algo mejor, me indicó dónde estaba mi habitación, me fui a ella y... ducha, pijama, cena y prontito a la cama.

Como la habitación tenía internet, aproveché para hacer algunas cosillas, contactar con mi familia, contestar algunos correos y preparar el primer día real en Londres...: el segundo día de mi viaje.