Para mi tercer día en Londres tenía claro que debía ejercer como auténtico guiri e ir a los lugares típicos: el Big Ben, la catedral de Westminster, el palacio de Buckingham..., así que decidí atravesar de nuevo Hyde Park para llegar al Hyde Park Corner, desde donde partían todas las vías para hacer mi visita turística.

En Hyde Park mi reto fue tratar de fotografiar convenientemente una ardilla..., pero se acercan cuando las enfocas y huyen cuando vas a disparar la cámara..., que es lo que se ve aquí:

En vista del éxito con las ardillas decidí sentarme un rato en uno de los bancos del parque y observar los grupos de niños con sus monitores jugando al fútbol o al croquet...

...y seguir después hasta Hyde Park Corner: una de las esquinas de Hyde Park, la más cercana a todo lo demás... De camino hice algunas fotos de algunos rincones que me gustaron.

Desde la esquina de Hyde Park hasta el palacio de Buckingham hay una plaza y una avenida. Una plaza dedicada al duque de Welington con un arco de triunfo y una avenida de asfalto rojo que comienza en las Memorial Gates.

Y atravesando las Memorial Gates, por la avenida de Constitution Hill (donde una señora me preguntó si sabía cómo ir a Hyde Park..., con la de ingleses que había alrededor), llegas al palacio de Buckingham, con sus jardines, su fuente y sus estatuas de la reina Victoria... La realeza en estado puro.

Desde allí tuve unas vistas preciosas de dos de mis siguientes destinos: el Big Ben y The London Eye, la noria.

Por si os lo estáis preguntanto, la respuesta es "no. No me hice ninguna foto con la guardia real". ¿Sabéis lo que imponen esos tíos tan altos, tan serios, y con esos uniformes? Dan la impresión de que en cualquier momento se van a quitar los gorros y... yo qué sé, te van a limpiar los zapatos con él...

Y desde el palacio, de nuevo a andar rumbo al Big Ben. Por el camino me encontraría cosas interesantes. Por ejemplo el monumeno al duque de York, el inventor del jamón de su mismo nombre: una inmensa columna con el duque (el de York, no el de Pasión de Gavilanes) presidiendo una avenida llamada The Mall, un lugar diseñado por Carlos II para poder jugar a un juego cortesano francés parecido al croquet (algo que fotografié el día siguiente, por cierto; me refiero al lugar llamado propiamente The Mall, no el juego parecido al croquet).

Y al final de The Mall otro arco, varias estatuas (todas fotografiadas el día siguiente) y el National Gallery, con el Almirante Nelson vigilándolo todo desde su columna; eso sí, ayudado por cuatro inmensos leones que, tumbados, guardan la plaza.

Desde aquí también podía ver el Big Ben, que era mi siguiente parada, así que me puse en marcha hacia él, pero si no hubiese ocurrido nada raro no hubiese sido una crónica de uno de mis viajes.

¿Qué pasó? Pues que estuve haciendo miles de fotos (por supuesto, aquí no las he puesto todas, sólo una muestra) a lo largo del camino, y llegados a este punto la cámara me dijo que la batería estaba bajo mínimos. Decidí apagarla, no sin antes hacer esta foto...

...que fue la última que quiso la cámara hacer antes de irse a dormir junto con la batería definitivamente. Por más que lo intenté no hubo manera: sacándola y volviéndola a meter (la batería), apretándola, mordiéndola, dándole calor... No hubo forma. Así que, como ya se estaba haciendo tarde y tenía un largo camino de vuelta hasta el hotel, pensé que al día siguiente, como tenía que volver por el mismo camino para ir a la estación donde debía coger el tren que tendría que llevarme hasta el aeropuerto, haría las fotos de rigor que la cámara no había querido hacer...

Y así lo hice. Esa tarde tenía otra cita con Mark Knopfler, así que no hubo mucho tiempo de más...