Y al llegar la hora, me preparé y me decidí a oir por primera vez a Mark Knopfler en directo durante esta gira de su último disco.

Había quedado una hora antes del concierto, a las 18'30 exactamente, con una amiga argentina que tenía que recoger las entradas en el Royal Albert Hall. Y allí me fui, por el camino que ya había hecho esa mañana: atravesando Hyde Park. Por supuesto esta vez tardé quince minutos; no hay nada como saber adónde se va y por dónde.

Después de rcoger las entradas nos metimos en el teatro en uno de los bares que hay dentro a tomarnos algo y hablar en español antes del concierto..., entre nosotros. Por supuesto, cuando nos acercamos a la barra y pedimos, la camarera comenzó a recitarnos todas las bebidas que tenía. Yo pensé: "sólo te he pedido una cerveza. Dame la primera que pilles y no me hables más, que no sé qué me dices"...

Y cinco minutos antes, entramos. Nos avisaron que no podíamos usar flash allí dentro durante el concierto, así que usé el mini concierto de Kate Walsh, la telonera, para hacer experimentos con la cámara a ver qué configuración quedaba mejor para hacer fotos sin flash y que no salieran movidas.

Como se ve, no tuve buena suerte: no había manera de que las fotos salieran con un mínimo de claridad. Eso sí, aquéllo sonaba perfecto, y estaba cerquísima del escenario, así que decidí disfrutar del concierto, el recinto y la cercanía..., y de vez en cuando trataría de hacer alguna foto.

Eso sí, cuando acabó Kate Walsh hubo un intermedio pequeño y traté de aprovechar un poco la luz del recinto para hacer alguna foto... Ésta es la que me parece más "decente"...

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Y después del intermedio... míster Mark Knopfler.

Por suerte parece que hay una regla no escrita en los conciertos donde el aforo está sentado y es que, en una canción determinada, que es la última canción antes de los bises, la gente sale disparada de sus asientos hacia el escenario...

A mi lado había un francés que, de repente, al acabar la canción de la que hablo, se puso de pie y echó a correr hacia el escenario. Yo miré al acomodador que tenía a mi lado como diciendo "¿qué hace?" y él me contestó con una mirada como diciendo "es lo que hay", sonrrió... Así que, por supuesto, yo eché a correr también, hasta el pie del escenario.

Y allí estaba, a los pies de los músicos, en primera fila, mirando a todos como si fueran colegas míos de toda la vida y dándoles mi aprobación con el dedo pulgar hacia arriba. Alguno de ellos me vio, concretamente John McCusker, el calvito, que es un genio de las cuerdas. Toca de todo el tío: guitarras, violines, mandolinas... todo lo que tenga cuerdas..., aparte de la flauta y otras cosas más.

Se ve que los calvos tenemos un feeling especial entre nosotros, y lo vi sonrreírme. Supongo que viendo la cara de flipado que debía tener alli tan cerca que podía haberles cambiado yo mismo los instrumentos.

Éste es Glenn Worf, el bajista, que también toca en contrabajo.

Y aquí el genio sin pelo: John McCusker, que parece que se lleva muy bien con Mark Knopfler.

A los demás no les hice fotos, la verdad. Estaban más alejados y lo importante era lo importante...

Sí. Estaba así de cerca. Estuve apunto, al final del concierto, de pedirle a algunos de los que desmontaban el equipo que me pasara el vaso de cerveza con el que Mark había brindado con el público instantes antes. Pero se lo llevaron rápidamente.

Y ahí acabé el concierto: delante de Mark Knopfler, con los ojos como platos y las pulsaciones a mil por hora.

Al final, con todo ya acabado, quise hacer un par de fotos más en el escenario: los amplis, y la banqueta que Mark está usando esta gira porque parece que se ha lastimado la espalda y, según cuenta él, el médico le ha prohibido terminantemente que haga deporte, que corra y que salga a bailar a discotecas...

Después del concierto nos fuimos hacia la parte trasera mi amiga argentina y yo a ver si veíamos salir a Mark, pero no hubo suerte. Al parecer sale escopetado por algún sitio porque apenas puede estar en pie por culpa de la lesión. Eso sí, conseguimos que la mayoría de la banda nos firmara la entrada... Ya la escanearé algún siglo de éstos. Ahora mismo está a buen recaudo.

Al menos supimos que Danny Cummings, el batería, habla algo de español, aparte de que nos dio el vaso de cerveza con el que salía del teatro..., entero.

Y así me volví a mi hotel, andando como hipnotizado, tratando de retener todo lo que había oído. Al día siguiente tendría otra oportunidad de disfrutar de Mark y su banda, esta vez desde un palco, arriba. Pero éso ya lo contaré...