2012

…y contando

Como ya he recibido la felicitación de El Corte Inglés por mi cumpleaños, supongo que ya estoy, oficialmente, en los 40.

Sí, es una edad ya considerable, sobre todo cuando ni siquiera eres consciente de tenerlos y la mayoría de tus amigos tampoco se lo han planteado seriamente. Pero es real, tan real como que estás leyendo estas líneas ahora mismo.

¿Tengo depresión? Pues no. ¿Por qué? Supongo que mi vida no es la de esa gente que está contínuamente viajando, o viviendo cosas extraordinarias, o conociendo personajes importantísimos, pero es mía, y me encanta. ¿Por qué voy a deprimirme por cumplir años? Me deprimiría si no los cumpliese. ¿Que me hago mayor?…, bueno, eso es algo a lo que todos aspiramos en la adolescencia, y todas las épocas de la vida tienen su lado divertido, su lado de aprendizaje, su lado serio… Lo sé, ahora estoy escribiendo como una persona mayor, pero es que me da igual.

Me siguen gustando las mismas actrices, los mismos músicos, los mismos escritores, los mismos dibujos… Sigo disfrutando cuando mi madre hace patatas guisadas, o cuando las hago yo. Sigo sintiéndome bien cuando, a veces, tengo que ejercer de hermano mayor. Sigo sientiéndome agusto con mis amigos, los que yo he elegido y los que me han elegido a mí; de los que sigo aprendiendo cosas y a los que, espero, les quede algo bueno, aunque sea mínimo, de mi paso por sus vidas…

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que hoy es otro día más, simplemente. No me va a cambiar la vida el que el calendario haya dado otra vuelta sobre sí para volver a empezar de nuevo, porque el año que viene volverá a ocurrir lo mismo, y el día 11 de diciembre será exactamente igual al 12, y al 13…, y así sucesivamente. ¿Lo voy a celebrar? Claro. Siempre hay que celebrar la vida, y el cumplir años no es más que la corroboración de eso: de que la vida te ha aguantado un año más y eso siempre es bueno, y te lleva a la esperanza de volver a tener la posibilidad de rellenar otro nuevo año, hasta que (me gusta decirlo así) Dios quiera.

En fin, es lo que hay, así que, ¡a disfrutarlo!

Por cierto, mañana actúo en el Comedy Club. Ahí lo dejo.

2012

Proyecto 365 y «Planeta Buen Rollo»

Llevo bastante tiempo dándole vueltas a una idea con el nombre de «Proyecto 365», que suena a algo muy importante pero que, en realidad, no es más que una ocurrencia de las mías en algún momento de esos en los que me da un destello de «tontuna» y se me ocurre algo que me gusta. ¿Por qué? Pues principalmente porque es una ocurrencia propia, simplemente.

En principio la idea era hacerme una foto, cada día, en el mismo sitio (no a la misma hora por motivos de… horarios e imponderables). Una foto sólo de la cara, o del busto, pero no más. Ahora se me ha ocurrido ampliar el tema. Me sigue gustando lo de la foto, pero he decidido tratar de escribir un poema diario, también. Me apetece retomar mi faceta poética y si no me obligo con algo, estoy seguro de que nunca lo haré.

Seguramente la mayoría de los días no salga nada aprovechable o mínimamente legible, pero al menos me servirá para volver a escribir, que es algo que he ido retrasando demasiado tiempo.

Por supuesto no voy a poner aquí ni todo lo que escriba ni todas las fotos. Los poemas, tal vez, cada mes, seleccione alguno que me parezca… potable, y lo ponga aquí. En cuanto a las fotos estoy pensando en hacer un pequeño collage cada mes con todas las que haga. Pero eso ya lo iré viendo conforme vaya avanzando el tema.

De momento dejo constancia aquí con la pretensión de comenzarlo el día 1 de diciembre. A ver qué sale de todo esto.

En cuanto a lo del «Planeta Buen Rollo» es una expresión de mi amigo Tappy, que lleva algunos días feliz y contento, parece que consigo mismo y, sobre todo, con el mundo. Hoy, cuando he salido del trabajo, me he sentido extrañamente así, feliz y contento, y es una sensación que se ha extendido a todo el día.

También ha ayudado algo el que esta tarde, cuando he salido de casa, no me preguntéis por qué, he tenido, por primera vez en este año, una «sensación de Navidad inminente«. No sabría explicarlo, pero algo en el ambiente me ha hecho sentir que la Navidad está ya flotando en el aire, y a mí me encanta la Navidad.

Así que eso es todo: proyecto 365, Planeta Buen Rollo y Navidad. Creo que todo tiene un lado positivo. Sólo hay que saber buscarlo. Podríamos intentar pasar más tiempo en el Planeta Buen Rollo. Os lo prometo: es muy sano.

2012

Miliki y Mickey Mouse

He tratado de escribir esta entrada varias veces porque ni se me ocurre cómo empezar ni se me ocurre cómo terminarla.

La mañana del día 18 me pillaba leyendo internet en pijama y me atizó un golpe por sorpresa: Emilio Aragón Bermúdez, Miliki, había muerto la madrugada anterior.

No soy persona de tener ídolos o héroes prefabricados, pero Miliki se saltaba esa barrera desde mi niñez. Muchos, a lo largo del día, han recordado nítidamente sus meriendas frente a la tele, viendo a «Los payasos». Yo no tengo tanta memoria, sólo flashes leves, imágenes sueltas de días que ni siquiera soy capaz de colocar en su orden concreto de la semana. Tengo, sobre todo, sensaciones.

Un pequeño homenaje

Reconozco que me muevo mucho por sensaciones; siempre lo digo. La gente que me gusta, la gente a la que escucho, la gente a la que leo, la gente a la que voy a ver al cine, suelen ser gente que me «cae bien». No de la forma en que te cae bien una persona que conoces; más bien es una sensación propia… Miliki, me he dado cuenta hoy, era para mí mucho más que eso. Y se ve que para mucha más gente como yo.

Seré sincero: en algunos momentos esta tarde, leyendo noticias, mensajes, condolencias, recuerdos, etc. en internet, he llorado. He llorado como nunca lo he hecho por nadie que no conociera. A estas alturas de mi vida ya he tenido que llorar a algunos familiares y a algún que otro amigo. Y esta tarde ha sido algo parecido por Miliki. ¿Por qué? No lo sé. Supongo que, como han dicho muchas otras personas en muchos sitios, algo de mi infancia estaba en ese payaso torpe que se inventaba palabras, que cantaba, que tocaba el acordeón y que componía canciones infantiles como nadie; que toda su vida la había dedicado a hacer sonreír a los niños, y con los niños a los adultos. Porque alguien que es capaz de conseguir que muchas personas se autodenominen como «uno de sus niños de 40 años» es alguien que ha sembrado mucho cariño, mucho amor y mucha felicidad.

Miliki siempre estará presente en nuestra memoria.

Por suerte podremos seguir disfrutándolo en muchas imágenes que nos quedan de él, de casi toda su vida profesional.  Si pudiésemos imbuírnos de su espíritu, seguramente todo nos iría mucho mejor; seríamos más felices y haríamos más felices a los demás. Allá donde esté, seguro, seguirá haciendo sonreír a los niños.

Y resulta que, en una de estas, también me entero de que el 18 de noviembre es el cumpleaños 84 de Mickey Mouse. Uno de mis personajes favoritos de siempre. El destino tiene estos giros poéticos que apenas conseguimos entender.

2012

Correcciones

Soy un obseso de la ortografía. No es que no cometa errores ortográficos ni tenga dudas, es que me molestan cuando las cometo y me doy cuenta tarde.

A menudo me distraigo releyendo entradas antiguas de esta página, y, si descubro alguna incorrección, inmediatamente tengo que subsanarla.

No soy académico de la lengua ni creo que llegue a serlo nunca, pero hace tiempo que me gusta mi idioma y que me gusta usarlo todo lo correctamente que me es posible. Por eso reconozco que, a veces, puedo llegar a darle mucha importancia a la ortografía.

No soporto, por ejemplo, entrar en un chat y ver cómo escribe la gente ahora, como si no le importase nada la forma en que lo hace; como si no hubiesen leído un libro en la vida (cosa que, por desgracia, es cada vez más común). La excusa de la velocidad es algo que me repatea sobre todas las cosas. Es como si nos hubiésemos acostumbrado tanto a la inmediatez, que ya no nos importe nada más. Todo debe ser rápido, urgente, dinámico… y en esa tesitura, la corrección no tiene cabida.

…y esa rapidez nos está robando muchísimas cosas, sensaciones, experiencias, momentos… la vida, en definitiva. Yo, por mi parte, sigo corrigiendo eternamente mis textos, qué le vamos a hacer.

2012

Si la inspiración viene…

«…que te pille trabajando». Dicen que lo dijo Picasso y es cierto. Como la inspiración es una dama caprichosa nunca sabes cuándo te va a venir a visitar, así que, como decía el pintor malagueño, mejor estar haciendo cosas mientras que no llega.

¿A qué viene ésto? Bueno, los que me habéis estado aguantando antes del verano sabéis que he estado intentando hacer algo para alargar mi (me da hasta vergüenza llamarlo así) espectáculo de monólogos hasta un tiempo que me permitiese hacer bolos a mí solo; o sea, algo que me permita hacer dos pases que, fundamentalmente, resulten divertidos.

Ahora que se están acabando mis vacaciones, de repente, se me ha ocurrido cómo hacerlo, así que estoy dispuesto a trabajar en ello. Por suerte, y gracias al empeño de Ini, en Sevilla tenemos un Comedy Club donde poder probar los textos, y es lo que quiero hacer.

¿Y qué se me ha ocurrido? Bueno, no quiero revelarlo aún, pero sí que voy a necesitar la ayuda de las dos o tres amigas que puedan leer esto en mi Twitter, o en Facebook o aquí mismo. ¿Y qué necesito de vosotras, ¡oh admiradas, queridas y siempre hermosas musas de todos mis sueños! (con permiso de vuestros correspondientes novios)? Algo sencillo: necesito que, sin tener que pensarlo mucho, me digáis una canción romántica española. La primera que se os venga a la cabeza. Esa que siempre habéis pensado que está escrita para vosotras, esa que siempre estáis tarareando mientras os arregláis, esa que os hace sentir eso que llaman «mariposas en el estómago»… Esa canción.

Si todo sale bien, podréis decir que habéis sido partícipes y parte importante en esto. Si sale mal…, siempre podéis decir que la culpa es mía.

2012

¿¡Quién ha puesto aquí este planeta!?

Hace algunos años, cuando estaba de moda la serie flash «Cálico Electrónico» (¿os acordáis?), mi hermano y yo decidimos que podríamos hacer algo parecido. Se nos ocurrió que podría ser divertido describir las aventuras de un grupo de torpes astronautas que se quedaran  atrapados en un planeta desconocido.

Mi hermano creó un personaje sencillo de animar en flash y estuvo haciendo experimentos de animación con él. De ahí surgió este corto de algo más de 1 minuto. El personaje se llamó míster Sith.

[youtube width=»550″ height=»413″]http://youtu.be/Y6giMvnqeYs[/youtube]

Después de míster Sith nos pusimos manos a la obra con los personajes de la serie. Decidimos que fuesen ocho los tripulantes de la nave, y que el octavo pasajero se llamase Alicia En, conocida por todos como Ali… (¿pilláis el guiño a la teniente Ripley? ¿No? Pues no os daré más pistas. Es muy fácil…).

Luego decidimos que hacía falta un transporte espacial. Creo recordar que fue viendo alguna de las partes de La Guerra de las Galaxias y comprobar el parecido que tenían algunas naves con aparatos de andar por casa, cuando decidimos crear la Minipimer II, la nave de nuestra tripulación.

Pero resulta que nos costó seguir con aquello porque vimos que era muy complicado y requería muchísimas horas el tratar de animar las historias con flash.

Antes de dejar que el proyecto durmiera el sueño de los justos, fuimos capaces de tener una idea más o menos clara de todos los tripulantes: el cocinero, el manitas, el capitán, la segunda de abordo, la lectora de mapas espaciales… También teníamos muy claro cómo llegarían al planeta y qué provocaría el accidente, (por supuesto, eso queda guardado hasta que llegue el momento de descubrirlo)…

Hace unos días a mi hermano, la parte artística de todo esto, se le ocurrió que en lugar de hacerlo en flash, podríamos contar historias cortas de nuestros personajes en formato de viñetas, tiras de dos o tres dibujos con las andanzas de nuestra tripulación. Y en eso estamos. Ahora mismo tenemos el diseño de la página que enseñará estas viñetas totalmente terminado (siempre habrá algún detallito que solucionar, pero bueno…). Sólo falta crearlas, poco a poco, y esperar a que a los tres o cuatro flipados que entren de rebote les guste. Si no, nosotros nos habremos divertido.

Por cierto, este personaje de aquí al lado es Azulito (y sí: pestañea). Se llama así porque no le hemos puesto nombre aún. Es otra creación de mi hermano; además, existe una versión en plastilina que guardo en mi cuarto. Quién sabe si no puede llegar a haber «azulitos» en muchos hogares del mundo de aquí a poco… Ya veremos.

2012

Roberto Terán

Conozco a Roberto desde hace muchos años. Teníamos, por aquella época, los dos, pelo incluso. Si intento recordar cómo fue mi primera impresión o el primer momento en que le presté atención me es imposible, pero tengo imágenes, flashes, sensaciones de muchos momentos vividos con él.

Recuerdo esos recitales, de nuestros propios poemas, en el instituto, en bares, en el Casino de la Exposición…; recuerdo esas largas charlas poéticas, por las tardes, cuando me decía que yo era un «poeta rosa» y yo le respondía que él lo era «gris oscuro«; recuerdo ese sentarnos en el bar del instituto, antiguos alumnos ya, pidiendo «limosna» a los profesores para poder tomar cervezas que luego ellos compartían con nosotros (sí, cuando los alumnos y los profesores podíamos ser amigos, compañeros, colegas… sin faltar ninguno al respeto del otro); recuerdo esos versos compartidos, esos textos que pretendíamos que fuesen poéticos, ese querer ser poeta por encima de todas las cosas…

Roberto y yo somos lo más antagónico del mundo en cuanto a ideas, formas de ver el mundo, los problemas, la vida en sí misma…, pero siempre, quiero pensar que es recíproco, he sentido por él un gran respeto, un gran cariño, una gran admiración… y no tiene por qué ser en ese orden.

Desde la lejanía siempre he tratado de seguir, a veces sin mucho éxito, todos sus pasos. Y si no eran sus pasos, buscaba sus pistas, su rastro… Podemos llevarnos años sin vernos, sin hablar, pero la sensación cuando nos encontramos es de que seguimos como en el instituto, con algunos años más en los ojos y muchos recuerdos más en las espaldas, pero con las mismas inquietudes, aunque puedan estar algo difuminadas por la vida misma.

…y de repente tengo en mis manos su primer libro de poemas. Y me siento feliz cuando veo su foto en la contraportada, cuando huelo el libro al abrirlo la primera vez, cuando leo los versos que hay pintados en él…, porque reconozco a Roberto ahí, en sus letras porque, como él mismo dice «Estos que acaban de leer soy yo y mis antecedentes«. Y sé que he formado parte, aunque sea mínima, en esos antecedentes.