Casting

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En busca de protagonista

Llevo casi veinte años conviviendo con un niño de 12 con el que, a veces, hablo o discuto, según la circunstancia. Lo conocí estando en el instituto, pero en aquella época nuestra relación era más fluída y constante. Él solía echarme en cara mi cobardía amorosa, mi dejadez literaria, mi pereza académica… Vamos, era mi Pepito Grillo particular. Yo le dejaba regañarme porque, en el fondo, sabía que tenía razón a pesar de su corta edad.

Hoy en día sigue estando conmigo, sigue teniendo sus insultantes 12 años y yo, sin embargo, sigo cumpliendo más cada vez que al calendario le da por dejar caer todas sus hojas.

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Ilustración de Christof Stanits. (Este no es Billy)

Bill Buganvilla, Billybug para los amigos, o sea para mí, la tía Lula, Sallie la salamandra y algunos más, es uno de esos personajes que creas en alguna época de tu vida y del que te quedas enganchado porque sabes que tarde o temprano escribirás una buena historia con él como protagonista. Pero mientras tanto, él pulula por tu cabeza. Te recuerda que está ahí. Conversa contigo o tú con él…

Y ahora surge otra historia en la que Billy no tiene papel. Sé que lo entiende, pero no deja de remorderme un poco la conciencia porque, teniéndole a él, en estos momentos ando inmerso en un proceso de casting para encontrar a otro niño que acompañe a Molly y sus padres en algo que aún no sé qué será.

Hay una voz allá en el mar
donde las olas rugen…

…y sigo con esa melodía en la cabeza.

¿Dónde rugen las olas? ¿En qué lugar remoto del mar? Tendré que averiguarlo.

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