Defectos, disculpas y Lula

Últimamente me veo exaltarme demasiado a menudo con cosas tontas. Creo que me estoy haciendo mayor. Hasta hace poco tenía las espaldas mucho más anchas para aguantar bromas. Ahora, a la mínima, parece que algo salta en mi interior y hace que me rebele y diga cosas sin pensarlo antes.

¿Consecuencias? Metidas de pata contínuas, malentendidos, «discusiones»… Y no me gusta nada. Intentaré reconducirme de nuevo, lo prometo. Eso sí, no aseguro nada, jejeje…

A partir de ya voy a tratar de arrojar luz, cambiando radicalmente de tema, a mi historia sobre la tía Lula y su isla. Quiero intentar hacer bocetos sobre los personajes. Recuerdo que cuando tenía pelo no se me daba mal del todo dibujar, aunque nunca lo he intentado teniendo como simple base lo que tengo en mi cabeza. Ahora voy a tratar de averiguar qué tal me funciona esa faceta que nunca he explotado.

Voy a rescatar a Bill Buganvilla, un niño regordete y simpático que me acompaña desde mi época del instituto y que ha sido mi Pepito Grillo durante algún tramo de mi vida; a la tía Lula, por supuesto, mi hada con pinta de abuelita; a Sallie, la salamandra; a Florinda Melodías y su emisora de radio en la isla Lula; al General de la plaza central de la isla, al pirata Coq… y a algún que otro personaje que ya irá surgiendo.

De momento el barco está listo para zarpar. Sólo hay que soltar amarras y esperar a ver dónde nos lleva el viento. Espero que el viaje sea, al menos, entretenido, y que haya amigos que vengan conmigo, por supuesto, en camarote de lujo.

Para acabar como empecé, decir que si durante estos últimos meses he podido decir algo que haya sentado mal, lastimado o cabreado a alguien, desde aquí, pido disculpas. Trataré de que no vuelva a suceder.

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