Con la universalización de internet, de repente, nos encontramos sobresaturados de información. Información por todos lados, de todos los colores y formas. Información veraz, falsa, demagógica, con mala intención, manipulada, partidista… Y con la valentía que nos presta el anonimato de internet, aparecen por todos lados gente que se divierte molestando a los demás. Les llaman trolls, pero yo, simplemente, los llamo maleducados, porque no me gusta poner la palabra gilipollas en mi web.
Siempre he sido de la opinión de que si no te gusta algo, no lo veas, o no lo compres, o no lo oigas, o no lo leas… Pero te encuentras en cualquier rincón de internet gente que simplemente comenta algunas cosas para decir que es una porquería y que «lo otro» es mejor.
Pasa mucho en los anuncios de productos de Mac, por ejemplo, donde los defensores acérrimos (escribiré de nuevo la palabra para ver si así queda claro cómo se escribe realmente: ACÉRRIMOS, no aférrimo) de PC abominan de las creaciones de la factoría Jobs; y al revés. En los anuncios de Coca-Cola, siempre está la gente a la que no le gusta y tiene que echar pestes sobre lo malo que es para la salud, recordándonos la historieta del filete y el vaso…; entras en un periódico deportivo, y en las noticias de cualquier equipo hay más comentarios insultantes de hinchas del equipo contrario que de seguidores del equipo al que se refiere la noticia; ya no hablamos de política…, ahí mejor ni entrar.
El caso es estar en contra de lo que sea. ¿Y qué queréis que os diga? Está bien discrepar, pero todo sería mejor si lo hiciéramos con respeto. Y sí, es verdad que esa palabra es una de las que la red se ha llevado por el desagüe de esa cosa que llaman algunos libertad de expresión y que no es más que un sumidero de porquería donde todos escupimos nuestra mierda sin importarnos cómo huela.
Tal vez nos iría mucho mejor si, en lugar de ver las cosas que tenemos en contra, viéramos las que tenemos a favor. Ya digo, sólo tal vez. Es una simple opinión.