Intromisiones

No siempre

Hola, soy Bug… Billy Buganvilla, Billybug, Bill, Billy…, yo qué sé. Juanma me llama de muchas formas dependiendo de cómo le pille. Vamos, ese niño de doce años que corretea por su cabeza desde hace mucho. No veas cómo tiene la cabeza, por cierto… Soy el que se cuela en sus entradas de vez en cuando porque si no se olvida de mí. Yo debería estar luchando contra el pirata Coq en la isla de Lula, viviendo aventuras con Sallie la salamandra y con Florinda Melodías en su emisora de radio, pero no… El señor no es capaz de sentarse a escribir la historia en serio y ahora anda con Ben y Molly, que son sus favoritos, con la historia esa de la Luna y el pueblo que nadie conoce. Lo mío, parece, que puede esp…

– ¿Billy? ¿Bill Buganvilla? ¿Se puede saber qué haces escribiendo en mi página sin permiso? ¿Cómo has entrado aquí?

Pues… te habías dejado ésto encendido. Tenía que contar una cosa que lo mismo ibas a contar tú, en algún momento, pero creo que yo soy el más adecuado para hacerlo.

– ¿En serio? ¿Y no podrías habérmelo dicho antes?

…estabas en la ducha y como nunca se sabe cuánto vas a tardar, pues…

– A ver qué ibas a decir tan importante…

Bueno, déjame que lo escriba, porfa. Si no te gusta, lo borras luego. Además, ¿por qué tienes que cambiar el formato de la letra cuando hablo yo?

– Pues para que la gente…

– … sí, ya sé: los dos o tres que me leen… (¡mira que puedes ser insoportable, ¿eh?), pues para que ellos sepan cuándo hablas tú y cuándo hablo yo.

Como si no se notara.

– Bueno, lo que tú digas. Pero acaba rápido y cierra aquí, ¿vale?

Vaaaaaaaale. Ahora tengo que retomar, que no sé por dónde iba…
¡¡¡Ah, sí!!! Ayer, Isa, esa amiga de Juanma con cáncer, la valiente, le dijo una frase que siempre me ha sonado rara: «los locos, los borrachos y los niños siempre dicen la verdad»… y, oye, que no siempre. Los niños también mentimos. Lo mismo sí decimos las cosas sin tantos filtros como los adultos; las decimos tal y como las pensamos y sin pensar mucho cómo las decimos. Pero de ahí a decir siempre la verdad va mucho. Si vosotros, los adultos, nos enseñáis a ser sinceros, lo seremos cuando crezcamos. Pero somos mucho de imitar lo que vemos, así que a ver si tenéis cuidado de lo que hacéis y lo que decís cuando estemos delante.
Y eso es todo lo que tenía que decir sobre esto. Si Juanma no me hubiese interrumpido, habría sido mucho más corto.

– Claro, ahora la culpa es mía. Que tú te hayas apropiado de mi página para decir tus cosas no tiene nada que ver.

Bueeeeeeeno, vaaaaaale. Lo mismo tenía que haberte pedido permiso, pero es que tenía ganas de explicar eso.

– Bueno, de momento lo dejaré. Pero que no se vuelva a repetir, ¿eh?

…no prometo nada.

– Ya me lo temía. En fin…

Como he empezado yo, acabaré yo, ahora que se ha ido el pesao… Los niños no somos más que el reflejo de los adultos que nos rodean así que, si ves a un niño siendo un mal educado, mira a los adultos de su alrededor. Y no, no siempre decimos la verdad, aunque cuando la decimos, la decimos en serio.
Gracias por leerme. Ojalá pueda colarme más veces aquí, aunque sólo lo haré cuando hable de cosas de las que Juanma no tenga ni idea…, que son más de las que él se cree.

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