Pues se lió parda, como era de esperar.
El rey se puso firme, miró al infinito, todos los demás le imitaron y a Artur Mas se le vino entonces a la cabeza un chiste que Felipe VI le había contado unos minutos antes, mientras esperaban el momento para entrar al estadio.
Y sonó el himno…, y parece que a algunos no les gustó cómo sonaba, y protestaron.
Tal vez no les llegaba el sonido alto y claro a sus asientos, como seguro que le llegaba a Su Majestad y a las autoridades al palco, e hicieron lo que hubiésemos hecho cualquiera de nosotros: avisar.
También puede ser que hubiese mucho sordo en el Camp Nou; normal. Los recortes en sanidad habrán afectado a las revisiones de oídos que todos deberíamos hacernos de vez en cuando, tal y como nos aconseja el gran Imanol Arias de la mano de sus amigos de «Gaaaaaaaes».
Como nuestra Constitución nos da derecho a protestar pero no nos dice cómo, ni dónde, ni cuándo…, pues la gente protesta en el primer sitio que pilla. Oye, pero pitarle a un himno… ¿Qué culpa tendrá el pobre himno? Supongo que su compositor se revolvería en su tumba y pensaría: «la de horas que me he pasao componiéndolo para que estos que han crecido oyendo el reguetón ése, a Pablo Alborán o a Shakira, me lo piten«. Y yo creo que algo de razón sí que tendría el buen hombre.
Como nuestra Constitución tampoco aclara mucho lo de la libertad de expresión y respetar las cosas de los otros , pues la gente se hace un lío. Pero voy a decir algo: ¡mira que queda feo y desafinado cuando un montón de gente pita y silba a su antojo! Podrían haber ensayado algo, todos al unísono, que hubiera quedado muy bien en televisión, además. O esperar a que acabara el himno y silbar otra cosa luego, para diferenciar. Porque lo de hacer ruído por encima de una canción que suena de fondo…; es como si yo me voy a una discoteca para protestar porque no me gusta la música disco, o la tecno, y me pongo en el centro de la pista a cantar a voz en grito una canción de Álex Ubago. La gente me miraría como si estuviese loco, y yo pensaría: «¿qué pasa? Tengo libertad de expresión y ni me gusta «La gasolina» ni el «Dale Don dale». ¡Edurne al poder!»…, por ejemplo. Pero no quedaría elegante.
Otra opción hubiera sido haber hecho la protesta a la japonesa: no me gusta el himno, pues me paso tarareándolo todo el partido. O si quieres que quede bonita del todo la protesta, te llevas la flauta del cole de tu hijo, y tocas el himno con ella. ¿Que es cansado? Pues sí, pero seguramente hubiera habido otro tipo de debate estos días. ¿Cuál es el problema? El bocadillo de la mitad. Pero se pueden hacer turnos: los de gol norte van a por los bocatas mientras los de gol sur siguen tarareando o tocando o silbando, y cuando vuelvan, se hace al revés. Y todo solucionado. Ahí tienes himno para hartarte, y no le hacemos un feo al pobre compositor, que no tiene culpa de nada.
Si se hacen las cosas, hay que hacerlas bien, si no, pasa lo que muchos han estado diciendo: se habla más de los pitos y los silbidos que del partido en sí. Y tienen razón. Pero yo creo que la culpa de todo la han tenido los silbadores: ¡¡haber ensayao en casa algo original antes, no estas improvisaciones que quedan tan feas!!
*NOTA POST-ENTRADA (vamos, después de escribirlo todo): ahora resulta que lo de la huelga a la japonesa es una leyenda urbana (Wikipedia dixit). Otro mito que se cae. Si es que en este país no ganamos para disgustos…