LA HIPOCONDRIA

La web de Juanma Suárez
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Etiqueta: Roberto Terán

Orgullo y prejuicio

Después de mucho tiempo pensándolo, hoy, por fin, me he decidido a hacer una lista con todos (o casi) los libros que tengo. Como me encanta ir a las librerías a mirar (igual que la gente va a El Corte Inglés a pasear y ver ropa o perfumes y colonias), y a veces algunas ediciones me llaman la atención, resulta que tengo algunos títulos repetidos. Pero no era eso el motivo de esta entrada.

orgulloyprejuicioEl motivo real es que, de repente, me he dado cuenta de que en esas estanterías donde conviven obras de Shakespeare, Cervantes, Cernuda, Gil de Biedma, Stephen King, Agatha Christie, Ana María Matute, Sempé y Gosciny, Juan Rulfo, Borges, García Márquez…, en medio de esas estanterías, también tengo libros de amigos. Gente con la que he convivivdo muchos años, y con la que aún mantengo contacto: Jesús Beades, María Iglesias, Paco Cifuentes, Roberto Terán, Lara Moreno, Abel Feu, Pablo Moreno … ahora, en la parte cómica, se ha unido Tappy

Y me ha dado por pensar que he formado, que formo, parte de una generación bastante creativa. De ahí el «orgullo» del título.

¿Y el «prejuicio»? Pues también he pensado en la generación actual. Esa generación de gente que se dice poeta y escribe con faltas de ortografía. La de la inmediatez, la de las redes sociales y la vista pegada al móvil. La generación de los Gemeliers, los Justin Bieber y las Miley «Hannah Montana» Cyrus. La generación que ha perdido el respeto por los mayores, por los maestros, por la autoridad. La generación que ha crecido entre los algodones de todos los derechos y a los que les han esquilmado las espinas de las obligaciones… Por todo esto, y más, la palabra «prejuicio».

Pero un prejuicio generalizador suele ser, también, algo injusto, lo reconozco. Y, si lo pensamos, a la generación desnortada que tenemos ahora, la ha educado gente de mi generación; de esa generación creativa de la que me siento orgulloso. ¿Qué nos ha pasado en el camino? ¿Qué ha pasado en ese cambio generacional? ¿Qué se nos ha olvidado de lo que aprendimos? ¿Por qué no hemos sido capaces de transmitir lo que éramos a los que ahora son? Tal vez la grandeza de una generación es herencia de la anterior, al igual que el descalabro de otra pueda deberse al fracaso de la precedente. Es para pensarlo, ¿no?

Aún así, me siento orgulloso del tiempo al que pertenezco y de los momentos a los que he pertenecido.

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Llamadas

robertoRecuerdo que hace algunos años escribí una entrada en la que contaba que, a pesar del poco caso que le hago a mí móvil, (cosa que algunos de mis amigos sufren con resignación), a veces es capaz de sorprenderme. Esta tarde ha sido una de ellas.

De repente lo oigo sonar, veo un número de móvil, sin identificar, y lo cojo.

Al otro lado una voz profunda me dice un «hola» potente y suave a la vez; como una roca de cantos redondeados. «¿Quién eres?» le contesto. Al otro lado una risa y un «soy yo»… Por supuesto, Roberto Terán. Y luego unos minutos de conversación; nada extraordinario.

Y sin embargo alguna vez he hablado también de trozos de cielo, de mis trozos de cielo; de esos trozos de cielo que se nos conceden como reflejo de otro horizonte más amplio y luminoso que el que tenemos aquí. Y esta llamada ha sido eso: otro de mis trozos de cielo. Porque a Roberto lo conozco desde hace mucho. Porque hemos compartido muchos momentos que para mí han sido luminosos, frescos, divertidos y, sobre todo, vitales por encima de cualquier otra cosa. Porque Roberto, a pesar de que podamos llevarnos años sin vernos ni hablar, es una de esas personas que siempre tengo presente. Porque somos antagónicos en muchas cosas y muy parecidos en otras. Porque, por encima de todo, existe ese cariño de años, regado por goteo, que no deja que la flor se seque.

Y sí, me ha alegrado la tarde, que era lo que yo quería decir.

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Roberto Terán

Conozco a Roberto desde hace muchos años. Teníamos, por aquella época, los dos, pelo incluso. Si intento recordar cómo fue mi primera impresión o el primer momento en que le presté atención me es imposible, pero tengo imágenes, flashes, sensaciones de muchos momentos vividos con él.

Recuerdo esos recitales, de nuestros propios poemas, en el instituto, en bares, en el Casino de la Exposición…; recuerdo esas largas charlas poéticas, por las tardes, cuando me decía que yo era un «poeta rosa» y yo le respondía que él lo era «gris oscuro«; recuerdo ese sentarnos en el bar del instituto, antiguos alumnos ya, pidiendo «limosna» a los profesores para poder tomar cervezas que luego ellos compartían con nosotros (sí, cuando los alumnos y los profesores podíamos ser amigos, compañeros, colegas… sin faltar ninguno al respeto del otro); recuerdo esos versos compartidos, esos textos que pretendíamos que fuesen poéticos, ese querer ser poeta por encima de todas las cosas…

Roberto y yo somos lo más antagónico del mundo en cuanto a ideas, formas de ver el mundo, los problemas, la vida en sí misma…, pero siempre, quiero pensar que es recíproco, he sentido por él un gran respeto, un gran cariño, una gran admiración… y no tiene por qué ser en ese orden.

Desde la lejanía siempre he tratado de seguir, a veces sin mucho éxito, todos sus pasos. Y si no eran sus pasos, buscaba sus pistas, su rastro… Podemos llevarnos años sin vernos, sin hablar, pero la sensación cuando nos encontramos es de que seguimos como en el instituto, con algunos años más en los ojos y muchos recuerdos más en las espaldas, pero con las mismas inquietudes, aunque puedan estar algo difuminadas por la vida misma.

…y de repente tengo en mis manos su primer libro de poemas. Y me siento feliz cuando veo su foto en la contraportada, cuando huelo el libro al abrirlo la primera vez, cuando leo los versos que hay pintados en él…, porque reconozco a Roberto ahí, en sus letras porque, como él mismo dice «Estos que acaban de leer soy yo y mis antecedentes«. Y sé que he formado parte, aunque sea mínima, en esos antecedentes.

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Here comes the sun

Por fin parece que el buen tiempo llega para quedarse. La primavera dará paso al verano y las vacaciones. Las mías llegarán en septiembre, como hace ya cinco años. Si todo sale bien, puede que sean algo más largas de lo habitual, así que espero con ansia que pasen rápido estos meses. Lo sé; los que cogéis vacaciones en verano no querréis que pasen tan rápido, pero bueno, el tiempo es algo relativo en nuestros deseos, así que…

Llevo dándole vueltas a la cabeza hace ya un tiempo a varias cosas que quiero ir haciendo poco a poco. Una de ellas es aprender a usar un poco el programa Pro Tools, porque me apetece sentarme con la guitarra, un cuaderno nuevo, un boli, y escribir canciones para luego grabarlas lo mejor posible. Sé que no va a quedar nada ni siquiera parecido a lo que me imaginaré en mi cabeza, pero bueno…, iré aprendiendo cosas en el camino.

Quiero ir dándole forma a mi relato sobre la Tia Lula, aunque se me va de las manos y no sé cómo puede acabar ni qué camino puede seguir, pero eso es lo bonito de todo esto. Y algo de lo que se me pasa por la cabeza está aquí, en esta especie de diario que he empezado a escribir:

Otra cosa que quiero retomar es mi vena poética. El próximo lanzamiento del primer libro de poemas de mi amigo Roberto Terán tiene la culpa. Es algo que ya he explicado en la entrada anterior a esta… y sí, lo sé: en la anterior entrada también remitía a la que había escrito antes que ésa… Cosas del directo, sup0ngo.

Por otro lado, Los Q-3… No sé mis compañeros de viaje, y amigos, Tappy y Alberto qué piensan del tema, pero, por mi parte, es algo que me hace ilusión que siga ahí… ¿En stand by? Es posible, pero latente. Esperando, tal vez, a volver a resurgir. Ya conocidos (ya los conocíamos, pero los hemos corroborado) los errores, sobre todo míos, de estas últimas ocasiones, siempre se puede avanzar un paso más hacia adelante, y a mí, personalmente, es algo que me sigue apeteciendo, porque, ya lo he dicho alguna que otra vez, me divierto con ello.

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos soñado con formar parte de un grupo de música. Los Q-3 no sé si podríamos incluírlos dentro de ese concepto, pero nos divertimos juntos. Lo pasamos bien, y nos gusta pensar que los amigos que nos han ido a ver también se divierten. Y no hay presión, no hay eso que yo llamo profesionalitis; ese creernos los amos de la escena, que es lo que hace que surjan roces o peleas o desacuerdos. Simplemente buen rollo y algo de música de fondo.

¿Qué más cosas? ¡Bufffff! Supongo que irán surgiendo. Quiero ver si soy capaz de crear algo parecido a un par de pases cómicos entre monólogos, canciones y alguna cosa más que pueda usar, para la temporada que viene. Me apetece subirme a un escenario siendo el único responsable de que la gente se lo pase bien durante más o menos una hora. A ver qué soy capaz de hacer. Sigo disfrutando cuando oigo a la gente reír mientras estoy sobre un escenario, y, ¿qué queréis que os diga? Me gusta.

Dejaremos que todo fluya por los cauces que elija y nos dejaremos llevar por la corriente, a ver dónde nos lleva. Las musas nunca defraudan cuando pululan cerca.

Por cierto, ya hablaré de lo que viene en septiembre: ¡¡UN DISCO DOBLE DE  MARK KNOPFLER!! (Lo dejo aquí, que me emociono).

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