Yo no fui Charlie

CharlieHebdo1…fui, y seré siempre Stéphane Charbonnier, «Charb»; Jean Cabut, «Cabu»; Georges Wolinski; Bernard Verlhac, «Tignous»; Philippe Honoré, «Honoré»;  Elsa Cayat; Bernard Maris, «Tío Bernard»; Mustapha Ourrad; Fréderic Boisseau; Michel Renaud; Frank Brinsolaro;  Ahmed Merabet. 

Pero nunca seré Charlie.

Llevo varios días leyendo y escuchando la hipocresía de una sociedad que se aferra a una cosa que llaman libertad de expresión como un mantra; una especie de escudo infinito que nos protege de todo lo que podamos ser capaces de expresar de alguna forma y con la que todo parece estar permitido. Eso sí, cuando el Papa habla de pegar puñetazos, eso ya no lo ampara la libertad de expresión porque, según algunos, el Papa está justificando los asesinatos. De repente resulta que son capaces de juzgar, incluso, las intenciones con las que el Papa habla. ¿O es que esa llamada libertad de expresión solo ampara a los que piensan como ellos creen que hay que pensar?

Pues bien, podéis juzgarme a mí igual, porque estoy totalmente de acuerdo con el Papa: si estás delante mía y se te ocurre insultar a mi madre o a mi hermana, probablemente te lleves un puñetazo. ¿Soy un radical peligroso por eso? ¿Soy un asesino? ¿Alguien que está de acuerdo con que se asesine a sangre fría a cualquier persona? Pues bien, tú mismo.

Eso sí, los defensores de la libertad de expresión se saben perfectamente aquello de poner la otra mejilla, ¿verdad?… No seamos cínicos. Yo pondré la otra mejilla todas las veces que me insultes porque deberé perdonarte por ello, pero tenlo claro: alguna vez, quizás, te lleves una bofetada. ¿Cuál es la diferencia? Que probablemente no estaré aguardando durante meses, pensando y preparando mi venganza; no entraré en tu casa con un rifle a descerrajarte varios tiros a sangre fría. Eso es, simplemente, lo que ha pasado en París.

Siento decirlo, pero Charlie Hebdo no es bandera de nada. No lo era antes ni lo es después de los asesinatos. Es, simplemente, la prueba de que cualquiera con escasa empatía o respeto puede insultar, humillar, denigrar o poner en ridículo los sentimientos de miles de millones de personas sin que nadie haga nada al respecto. ¿Por eso son héroes? Yo creo que no. Son más bien unos niños pequeños que se ríen nerviosamente cuando descubren por primera vez las palabrotas y se esconden para decirlas en voz baja pensando que los adultos no se dan cuenta; o piensan que han hecho algo transgresor delante de los amigos, y se excitan escandalizándolos.CharlieHebdo2

En esta sociedad hipócrita se movilizan todos los jefes de estado porque unos radicales asesinan a sangre fría a doce personas. Se manifiestan, se hacen la foto, se dan la mano, se abrazan compungidos, (amparado en esa libertad de expresión que tanto esgrimen algunos podría decir que se hacen felaciones unos a otros, pero como soy respetuoso no lo diré)…, pero nadie mueve un dedo, por ejemplo, por los millares de cristianos asesinados, quemados, violados, decapitados…, en Siria, Irak, Afganistán, Arabia Saudí, Somalia, China, Malasia, Colombia… a diario. No he visto que todo el mundo se uniera bajo el lema Yo soy cristiano, ni que salieran a la calle en pacífica protesta, ni que se movilizara a la sociedad por ello.

Lo siento, pero jamás seré Charlie Hebdo, como tampoco seré jamás, por ejemplo, El Jueves. Ya está bien de que quieran hacerme comulgar con ruedas de molino. Ya vale de engañar a la gente y de usar los derechos que nos da un estado democrático para insultar y humillar impunemente. Que no quieran venderme la moto de que el humor debe poder reírse de todo y de cualquier manera. La crítica ácida vale, pero el insulto gratuíto no es humor: es falta de respeto.

¿Qué ocurriría si alguien hiciese esta portada en una publicación al día siguiente de los asesinatos de París?

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Probablemente caería sobre él todo el peso de, cuanto menos, las redes sociales; y seguramente, después, la ley.

¿Parece gracioso el dibujo? ¿Aporta algún matiz de crítica a alguna situación injusta? ¿Denuncia algo? Pues esta fue la portada que ellos hicieron tras la masacre de agosto de 2013 en Egipto:

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El insulto, el desprecio, la mofa, la ridiculización, la blasfemia, todo lo que injustamente hiere hasta la ofensa los sentimientos y las creencias de las personas que los tienen y las profesan, a su modo, también es violencia. Y si ahora quieres coger estas líneas para decir que estoy justificando los asesinatos de los nueve dibujantes y los tres civiles de París, estás en tu derecho, pero estarás tan equivocado como cuando proteges bajo tu libertad de expresión el que esos u otros dibujantes insulten mis creencias y las de miles de millones de personas de forma gratuíta.

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