Llegó por fin agosto, cuando muchos empiezan sus vacaciones y otros vuelven de ellas. Siempre he pensado que el verano es un tiempo para hablar sobre cosas fresquitas, porque ya suficiente temperautura hace como para, encima, acalorarnos con discusiones sobre política, fútbol, economía o la última tontería de Willy Toledo o trifulca de PérezReverte.
Personalmente, hoy que es día 1, he decidido, como cada verano, también es verdad, con bastante poco éxito, dedicarle más tiempo a tres o cuatro cosas, a saber: leer, escribir, hacer deporte y la música.
La meta es, en cuanto al deporte, tratar de acabar en algún momento mi eterna operación biquini y, por qué no, intentar correr la Carrera Nocturna del Guadalquivir de este año, pero en menos tiempo del empleado en las veces en las que he participado. Me he propuesto una meta, pero no la voy a publicar, fundamentalmente por amor a mi ego; por que si luego fracaso estrepitosamente, no quiero que quede constancia escrita de ello…, al menos de momento.
En lo que se refiere a escribir, es algo que me propongo cada verano, cada fin de año, cada septiembre, cada primavera, casi cada día… Tengo muchas cosas pendientes, muchas historias revoloteándome por la cabeza, y creo que en algún momento tendré que dejarlas salir, fundamentalmente para que no se me caduquen en el cerebro o para que Pixar, Disney o alguna productora me roben las ideas.
Ahora mismo ando pasando a formato Word varias antiguas, muy antiguas, historias manuscritas que he recuperado de alguna carpeta. Porque en esa carpeta hay cosas de hasta el siglo pasado, de la década de los 90….
…y mi «Donde la luna duerme«, esa historia de dos niños y un perro que hace un par de años me dictaron una noche las musas y al que aún sigo dando forma, muuuuy lentamente.
También quiero leer. Leer más. Reconozco que soy un mal lector, porque soy incapaz de recordar apenas las cosas que leo. Nunca he sido capaz de retener frases, párrafos o ideas de los autores a los que disfruto; nunca he sido de esos que parafrasean casi sin despeinarse. Yo, despeinarme, hace años que me despeino poco, pero tampoco parafraseo demasiado, la verdad. Supongo que una cosa por la otra.
Tal vez pueda ir hablando de lo que vaya leyendo, que ahí no necesito tirar de memoria; solo mirar los libros, o el libro, que tengo sobre la mesa, que en este momento es «Cómo piensan los escritores», de Richard Cohen. Una especie de guía o de compendio de cómo se han enfrentado distintos autores a las dificultades con las que se encuentra un creador a la hora de la escritura. Es bastante interesante.
Y en el libro digital (e-book, para los modernos) llevo varios clásicos pendientes, pero de momento ando luchando contra una novela de un amigo que se titula «Invade me». Es ciencia ficción, y no es algo que a mí me llame demasiado la atención, pero me he propuesto como un reto el acabarlo, y ahí ando…
En fin, que el verano va a ser divertido y lleno de cositas. Intentaré mantener esto algo más activo de lo que está últimamente, aunque ahí sí que no prometo nada. Soy un auténtico desastre para organizarme, pero se hará lo que se pueda.